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HECHOS 20:24

No me preocupa si tengo que morir. Lo que sí quiero es tener la satisfacción de haber anunciado la buena noticia del amor de Dios, así lo ordeno El Señor.

lunes, 16 de junio de 2014

Que es Aceptar al verdadero CRISTO¿ es Bíblico?

  
¿QUÉ ES Y QUE SIGNIFICA ACEPTAR A CRISTO?



INTRODUCCIÓN

Hemos ido a campañas evangelisticas con el objetivo de invitar a las personas que se acerquen a Dios, se busca al mejor predicador o evangelista que tengo la capacidad o el don de convencimiento y al terminar su mensaje viene la invitación y dice ¡Acepte a Cristo venga, Acepte¡  me pongo a pensar en lo que sucede en aquel que escucha esta invitación usted y yo sabemos que las personas que ingresen a la Iglesia de Dios ya han sido escogidas desde la fundación del mundo

Y yo entiendo que buena intencion hay, pero yo  cambiaria la palabra ACEPTE por RECIBALE EN SU CORAZON porque de hecho el llama a la puerta y sabemos que el nos acepto primero y a mi me toco recibirle  imaginemos esto cuando alguien toca su puerta usted ¿lo acepta o le recibe? logicamente le recibimos y pesando en esto dice asi estos pasajes leamos:

Efesios 1:4: según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, entonces comprendo de acuerdo a este pasaje que el nos acepto primero y su misericordia nos alcanzo dice otro pasaje para apoyar esto Mateo 25:34: Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.¿ Preparado para quien? para estos escogidos mas cuando otros fueron ni llamados ni escogidos  Apocalipsis 17:8: La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será. Entonces 

¿Qué quiere decir la palabra aceptar a cristo o la deberíamos de cambiar por recibirle ?,


Empecemos por desmembrar este término viene del latín aceptare, que significa recibir, tomar o consentir.

Hemos entendido que aceptar a Cristo significa RECIBIRLE en el corazón, hacerlo participante de nuestra naturaleza, solo así podemos ser llamados Hijos de Dios “Mas a todos los que le recibieron, dioles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre” Juan1:12.

Es la obra misma de Cristo que debe aceptarse o recibirse en el corazón si embargo cometemos un grave error al decir nuestro único y suficiente Salvador de nuestras almas  como el único medio para ser rescatados y alcanzar vida eterna y ciertamente su sangre nos salva y rescato porque así  dice así 1 Pedro 1 18. Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19. sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, pero ahora leamos    ahora este pasaje  1 Timoteo 1:1: Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro SALVADOR, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza,  si leimos bien Dios padre es primero Salvador y Jesucristo nuestra ESPERANZA 1 Timoteo 2:3: Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro SALVADOR,  que entendemos aquí que también el Padre de nuestro Señor Jesucristo Nos salvo primero, enviando a su hijo a ejecutar el plan de Salvación entonces no podemos jamás a volver a decir nuestro único, único porque le quitaríamos el valor a estos dos pasajes de Timoteo entonces nunca vuelva a decir si predica nuestro único Salvador porque el Padre Dios tiene su merito y nos amo enviando a su hijo amado ahora bien estos dos pasajes que leeremos a continuación en ninguna parte dice único y suficiente y en ninguna parte de la sagrada palabra del Señor 2 Timoteo 1:10: pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro SALVADOR Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio,  Tito 1:4: a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro SALVADOR. Que claro entonces que al aceptar a Jesucristo RECIBIMOS s a nuestros SALVADORES.

Recibir a Cristo significa mucho más que el solo hecho de conocerle intelectualmente como el Hijo de Dios que vino a salvar al mundo del pecado.

Mucha  gente  reconoce  que  existió  efectivamente una persona conocida como el Cristo.  Lo aceptan como un hombre de buenos principios, pero no aceptan el hecho de que Jesús haya sido el Hijo de Dios engendrado por el Espíritu Santo entonces no pueden recibirle
Tristemente entre el pueblo llamado evangélico se encuentra esta clase de personas por cientos,  pues muchas llamadas evangélicas no han aceptado a Cristo verdaderamente, simplemente han levantado la mano, de levantar a aceptar y hacer un convenio de fidelidad con el es muy distinto porque esta fidelidad abarcar AMARLO al cien por ciento de esta manera leamos

1. Mateo 22:37: Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.

2. Marcos 12:30: Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 

3. Lucas 10:27: Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Pero, pero y repito pero: si le amamos lo demostraremos así: Juan 14:15: Si me amáis, guardad mis mandamientos. 


Es aquí donde ya no nos parece a algunos baja la mano que levanto porque no entendió que es recibirle a Cristo pues esto implica que debe cumplir sus mandamientos no a medias si no al 100%, como El SABADO etc, entonces algunos hacen lo del rico da la vuelta y baja la cabeza y se va de vuelta al mundo y hacen muy verdadero este pasaje  Mateo 22:14: Porque MUCHOS SON llamados, y pocos escogidos. Eso quiere decir que algunos estamos dentro de la Iglesia de Dios pero no hemos aceptado a nuestros SALVADORES.

En estos últimos años se llega al colmo que muchos de los llamados cristianos ya no conocen ni siquiera la historia y tampoco les interesa.  Han convertido el cristianismo en moderno cristianismo que poco o nada tiene que ver con la obra que el Unigénito Hijo de Dios realizó en la cruz del Calvario.

¿Y qué se puede decir de quienes han aceptado no la obra del crucificado, sino más bien la pintura, el óleo, o la escultura? Y se prueba que han aceptado más bien esa obra de arte, porque al tratar de quitárselas no lo  admiten, lo que prueba que han adorado la pintura o escultura.

El llamado cristianismo es un gran movimiento religioso, social y económico, pero vacío de Cristo. Prueba de lo anterior es el constante surgimiento de sectas,   cuyo   origen   está   fundamentado   en   el egoísmo y la avaricia de los líderes religiosos que únicamente han copiado la doctrina de la Iglesia del mundo pero no la han basado en las Sagradas Escrituras y no lo harán he ahí el papel fundamental del integrante de la Iglesia de Dios. ¡TU¡ a ti te hablo que lo debes dar a conocer y hacer que acepten a Jesucristo en su corazón y no levantando la mano porque luego la bajaran.

JESÚS EL UNIGÉNITO DE DIOS.

Lo primero es aceptar a Cristo como el Hijo de Dios.   Aceptar al Cristo Divino, al Unigénito Hijo de Dios, rechazando al  Cristo de la tradición, al de la Navidad, al del 25 de diciembre, al que resucito en domingo etc.

ME ENTREGO A TI VERDADERO CRISTO SEÑOR DEL SÁBADO
Nuestro Salvador es diferente porque guardo el sábado, resucito en Sábado, estuvo tres días y tres noches en el corazón de la tierra y no dos noches y un día como lo es el de la tradición que murió viernes  y domingo ya resucito no cumpliendo la profecía de Jonás, tres días y 3 noches completas definitivamente un cristo falso.

La Palabra de Dios nos enseña el origen Divino de Jesucristo, leemos así en  San Mateo 1:20 “José, hijo de David, no temas de recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado del Espíritu Santo es”.

Elevemos nuestro criterio respecto a Jesús, él no es el Hijo de José, no es simplemente el hombre, no aceptemos simplemente al nacido de varón y mujer, aceptemos al Jesús que fue concebido por la obra directa de Dios, reduciéndose el Verbo en célula física, en un embarazo de 9 meses completos ni mas, ni menos  para que se efectuara la vida intrauterina.

Para confirmar lo antes mencionado leemos  así en el Salmo 22:10 “Sobre ti fue echado desde la matriz, desde el vientre de mi madre tú eres mi Dios”.     Esto está perfectamente correlacionado con Lucas 1:35 “Y respondiendo el ángel le dijo:  El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios”.   Afinando nuestro pensamiento en este sentido valorizaremos en todo lo que vale la bendita persona de Jesús de Nazareth.

Ningún humano podía realizar la obra de redención, así estaba escrito en el Salmo 49:7 “Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate”.


Aceptar a Cristo no es aceptar al pastor porque es mejor  que  el  otro, porque tuvo mejores tacticas para construir un mega templo y tiene mejor parqueo para mi carro he escuchado a algunos hermanos decir que van a alguna iglesia en particular por la comodidad que estas representan; no se ensucian sus zapatos porque tiene alfombra cuando se arrodilla, su carro durante el servicio esta bajo techo, al  sacerdote  porque  es  muy bueno, a tal iglesia porque parece ser superior a las demás.   NO, NO ES ASÍ.   Aceptar a Cristo es entender la doctrina que quedó plasmada en los santos evangelios, perfecto cumplimiento de lo que anunciaron la ley y los profetas.

Aceptar a Cristo es consentir con los propósitos divinos.  Tomar como cosa propia lo que Dios ha propuesto.  Y esto que Dios se ha propuesto ha sido realizado por el Hijo del mismo Dios de quién no tenemos  nada  que  tachar;  en  cierta  ocasión,  él mismo preguntó ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?  Juan 8:46.

No hubo uno que con base verdadera le acusara, todos enmudecían ante el testimonio lleno de luz del adorable Jesús.

Pues es a Él, al intachable al que hemos aceptado como nuestro medio de rescate, como nuestro guía, como único camino que nos lleva a Dios Salvador.

¿Habrá  alguna  razón  para  que  un  cristiano  se resfríe, retroceda, mengüe en su fe, se aparte del camino santo? No, no existe razón, no hay argumento.

 Si entendiera que bonito es amarlo de corazón entonces no seria una carga asistir a la Iglesia, pesados sus mandamientos, escusas de no guardar su Santo dia.

¡Ah!, quiere decir que aceptar a Cristo es consentir definitivamente hasta la muerte con el plan de salvación propuesto por Dios a través de la obra realizada por Cristo.

Esta aseveración la comprobamos con lo escrito por el apóstol Pablo a los Romanos 8:38-39
 (NVI) 38 Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios,[a] ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, 39 ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor

Estas son las palabras inspiradas por el Espíritu Santo a través de Pablo, de un siervo, de un verdadero convertido quien aceptó por toda la vida el plan de salvación en Cristo Jesús.  Ya hemos entendido que en el plan de salvación el Señor se propuso expiar nuestros pecados, pasarlos por alto, rescatarnos del mundo, llenarnos de sus dones para darnos vida eterna en la manifestación gloriosa de su hijo como dice en Juan 3:17 “Porque no envió Dios  a  su  hijo  al  mundo  para  que  condene  al mundo, mas para que el mundo sea salvo por Él”.

El propósito de Dios es que todos obtengamos salvación, que   el mundo salga de la prisión espiritual, que bote o tire y se deshaga para siempre la carga de pecado, que sólo trae desilusión, engaño, muerte. El Señor llama a que le aceptemos no importa la triste condición en que cada uno se encuentre. “Venid a mi, todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.” Mateo 11:28. Eso es aceptar a Cristo, dejar que Él transforme nuestra vida pecaminosa, llena de incertidumbre, de sentimiento de muerte como los celos, la envidia, el odio a una vida de perdón, de paz, de reconcilio con nuestro Creador, de promesa de vida eterna. Veamos lo que dice  el  profeta  Isaías  1:18  “Venid  luego,  dirá Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos: si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.”

Ahora le pregunto y no para que juzgue ¿conoce a alguno de la Iglesia que este lleno de envidia todavía? que tenga odio con su vecino, que no asiste porque ahí va una persona que le cae mal, que no ha perdonado a su vecino que le ofendió, a su familiar  que no le habla por cualquier causa entonces estamos de acuerdo que levantaron la mano pero no aceptaron a Cristo Jesús.  

Cristo quiere obrar en nosotros primeramente el perdón de nuestros pecados.  Este es el inicio de lo que  Cristo  quiere  obrar  en  nosotros.    PERDÓN, PERDÓN DIVINO.   Usted y yo necesitamos de ellos,  al  aceptar  a  Cristo  estamos  aceptando  el perdón de nuestros pecados porque también aceptamos confesarlos en oración.

Pero para que esto se efectúe debemos confesarlos al mismo Dios.  Esto significa que en todo debe haber una co-relación entre el hombre y Cristo, una simbiosis espiritual, una relación inseparable, una comunicación total con nuestros Salvadores no se trata simplemente que Cristo lo haga todo sin que el hombre ponga nada de su parte.  Si lo primero que el Señor ofrece es perdón, lo primero que el hombre debe ofrecerle es confesión, ¿estamos de acuerdo?

Así leemos en 1ª. Juan 1:9Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad”.


Primero recibimos la Palabra, ella nos guía y nos enseña que tenemos que reconocer que somos pecadores delante de Dios. Todo lo malo que hacemos en el mundo, aunque ofendemos a nuestro prójimo, a quien estamos ofendiendo en realidad es a Dios. Si al menos entendiéramos esto no hubiera tanta violencia en nuestro hogar, no ofendería a mi esposa, a mis hijos, a mi hermano de la iglesia, a nadie!  que calidad humana tendría cada integrante de la Iglesia de Dios Así lo entendió el salmista y así nos lo enseñó. Salmo 51:4 “A ti, a ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos: Porque seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.”

La soberbia es el impedimento para que el hombre confiese su maldad ante Dios, el camino para que el pecador pueda hacerlo es humillarse ante Dios y reconocer delante de Él que es pecador y que necesita de su perdón es como aquel que toma mucho alcohol y no acepte que es un enfermo alcohólico y dice dejarlo cuando quiere, que toma drogas, fuma demasiado etc. y bueno nos toca decir que si era agresivo y ofensivo ahora ya no lo soy, que era amargado y ahora soy manso de corazón si quiero estos cambios en mi entonces debo aceptar de cuales son mis defectos para poderlos cambiar entregarlos a los pies de Cristo y salir de su templo mas humilde con mayor templanza y santidad será difícil hacerlo? Si usted ya acepto a Cristo entonces sabrá la respuesta inmediata.

La confesión de nuestros pecados no es  ante otro pecador igual a nosotros o quizá un poco peor.  Ese sistema ha sido inventado en mala hora por la curia romana.  No, la confesión que demanda la Palabra de Dios es directamente al Juez Supremo como leemos en Salmo 32:5 “Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad, confesaré, dije, contra mí mis rebeliones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado”.

Así que si usted no es de la Iglesia de Dios aun, le aconsejo no confesar sus pecados a otro pecador como un sacerdote; o sea a otro humano dígaselo al Creador, quéjese con el de sus debilidades que es el que cambiara su ser si reprocharle nada de nada.

Resumiendo este primer punto estamos entendiendo que para tener un buen principio lo primero  es la aceptación de Cristo, es necesario recibirle y humillarse ante Dios y reconocer, sí,    reconocer que somos pecadores, que no tenemos méritos y que necesitamos de su clemencia, como explica el apóstol en Efesios 2:9 “No por obras,  para que nadie se gloríe”.

Cuando no hay este principio, cuando la persona no se siente tan pecadora, cree que más bien aquella congregación a la que va a ingresar necesita de ella. Se siente interesante e indispensable y pasa a formar parte  de  aquella  congregación  con  cierto  aire  de superioridad busca hacerse notar dentro de la congregación y se ve que no hay humildad en el juzga la doctrina de otros, el dice saberlo todo acusa a sus hermanos diciendo que es un pecador que no ha salido de Egipto cuando el mismo es un faraón y toma el papel de fariseo ni entra ni deja entrar se siente conservador de la doctrina porque así lo cree pero le falta mucho amor.  Esta persona no ha entrado por la puerta como recomienda el Hijo de Dios, Él mismo dijo “Yo soy la puerta: el que por mí entrare, será salvo...”.  Juan 10:9. Y veo que hay algunos hermanos de la Iglesia de Dios que si tuvieran el libro de la vida en sus manos borraría y tendría a algunos a conveniencia cuando dice asi  Juan 6:37Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, NO LE ECHO FUERA. 

Cristo es entonces allí si la UNICA puerta y para entrar por ella debemos entrar humillados, reconociendo que tenemos necesidad de entrar por esa puerta de perdón.

Si no se entra por la puerta, se salta la cerca, y el supuesto cristiano sólo ingresa para formar parte de una congregación, sin ningún fundamento en el evangelio del Señor, y asimismo sin fundamento cuando lo cree conveniente, se retira, y el colmo de su ignorancia espiritual, es argumentar que se ha retirado de una congregación pero no ha dejado a Cristo. La realidad es que no ha conocido al Salvador.

La humildad hace que el hombre se humille delante del Señor, para reconocer que antes de recibir su perdón no somos nada, mas que simples gusanos, como dice Job 25:6: “¿Cuánto menos el hombre que es un gusano, y el hijo del hombre, también gusano?     o como dice en Isaías 64:6: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras  justicias  como  trapo  de  inmundicia..”

¿Qué es entonces usted, qué soy yo?, sin cristo y duele decirlo  pero si usted no a aceptado a cristo no es nada es un simple gusano, suciedad dice Isaias 64: 6 y lo que hace cosa sucia, trapo de inmundicia dice el final del pasaje  y entonces antes de conocer el evangelio no somos nada, como dice el Salmo 62:9 que si nos pesan a todos igualmente en la balanza, somos menos que la vanidad.

Dice así otra versión
Salmos 62: 9 (NVI)
Una quimera es la *gente de humilde cuna,
    y una mentira la gente de alta alcurnia;
si se les pone juntos en la balanza,
    todos ellos no pesan nada.

Entonces queda claro que el que no es humilde, no acepta que es pecador, no acepta amar a Cristo y acatar sus mandamientos  y no pertenece a la Iglesia no es NADIE y es menos que la nada ¡que difícil situación estar fuera del redil¡ y que bendición ser IGLESIA DE DIOS.

El segundo paso es, ACEPTARLE COMO EL MEDIO DE RESCATE.  Exactamente como nos lo dice en 1ª. Timoteo 2:6 “El cual se dio a sí mismo en precio del rescate por todos, para testimonio en sus tiempos”.

Sabemos que el término RESCATAR significa RECOBRAR PAGANDO, esto fue lo que hizo Jesucristo  por  usted  y  por  mí,  pagar  para recobrarnos a favor de Dios.

Fijémonos en esta parte tan importante:  para que Dios perdonara, se necesitaba del medio expiatorio o sea la reparación de la culpa por medio de un sacrificio.  Y este sacrificio lo realizó el VERBO HECHO CARNE, pagando así lo que nosotros debíamos a la justicia divina.
Por  esta  razón  estaba  predicho  en  Isaías  53:6 “...Más Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros”.  Él mismo se dio en precio del rescate de lo que usted y yo deberíamos haber pagado.

Jesucristo dejó a un lado la letra y el rito, y por esta razón, Jesús ni bautizó, ni tampoco escribió algún libro.   Ese no era su ministerio, su ministerio era más  grande,  más  sublime,  como  dice  el  apóstol Pablo a los Hebreos, más sublime que los cielos Hebreos 7:26.  Su ministerio consistía en ofrendarse a su Padre como la víctima sublime y a la vez en bautizar en ESPÍRITU SANTO para que por este medio el hombre se santificara en el renacimiento de una nueva criatura.

Usted recuerda bien quién era Pablo, efectivamente fue el gran apóstol de los gentiles, escritor de 14 epístolas, pero antes de ser apóstol, fue Doctor de la ley, fariseo de fariseos, irreprensible en sus ceremonias, sin embargo para aceptar a Cristo hizo una confesión, “Palabra fiel y digna de ser recibida de todos:  que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales YO SOY EL PRIMERO” 1ª. Timoteo 1:15.

El gran doctor en la ley, no obstante su celo en las ceremonias levíticas reconoció que todo ese esplendor de ritos no había hecho nada efectivo para limpiarle de sus pecados.

De manera que si Pablo sí se reconoció como el último de los pecadores con todo y su celo en la ley, ahora medite entonces amado lector qué será usted, de ti y qué seré yo, somos pecadores urgidos y necesitados de este precioso medio de rescate puesto por el Altísimo.

Aceptemos pero no al Cristo de la tradición, no al Cristo católico y protestante, porque cada iglesia que aparece hace su cristo que quieres seguir y al final todas son seguidoras de un cristo falso e inventado entonces  aceptemos al Cristo que describe la Sagrada Escritura, que es el libro de los siglos, el cual ha permanecido a través de las centurias no sigas a ningún pastor, a algún líder religioso no veas como dios a alguien que sea humano.

Si Cristo se dio a sí mismo por nosotros como dice Tito 2:14, 14 Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien.
Nosotros al aceptarle debemos darnos a Él, porque nos ha comprado, como dice en 1ª. Corintios 6:20 “Porque comprados sois por precio, glorificad  pues  a  Dios  en  vuestro  cuerpo  y  en vuestro espíritu,  los cuales son de Dios”. Dice así otra versión 20 fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.

Aceptar a Cristo desde este punto de vista, es aceptarle como medio de rescate para entregarnos a él como propiedad de él.  Ya no nos pertenecemos, no debemos reclamar nada para nosotros, todo lo nuestro es de Cristo y ahora estamos a su servicio. Bendita la hora en que dejamos de pertenecer al mundo  para  ser  ahora  de  Cristo  para  siempre, porque dice en Hebreos 9:12, 12 entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno. Que es una redención eterna,  no  es  temporal,  es  para  siempre,  Cristo quiere que seamos de él hoy y siempre.

Después de aceptarle como el medio de rescate, debemos aceptarle como nuestra justificación.  Es muy importante que comprendamos lo que significa JUSTIFICAR.   Justificar significa presentar al pecador delante de Dios limpio de toda culpa.  Por el primer Adán nos constituimos en pecadores insalvables de nuestra pobre condición, pero en el postrer Adán nos constituimos justos por la obra de su obediencia.

Así leemos en “Romanos 5:19 Porque como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos  pecadores,  así  por  la  obediencia  de uno los muchos serán constituidos justos”.

La desobediencia tuvo un feliz resultado, así leemos en Romanos 5:21 “Para que, de la manera que el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna por Jesucristo Señor nuestro”.

La  obediencia  perfecta  de  Cristo  estableció  la justicia que demandaba el Supremo.   Nunca antes, ni los profetas mismos lograron la obediencia que Cristo alcanzó en su vida inmaculada.

Jesucristo vino a cumplir lo que ningún humano podía hacer para establecer en esta forma el don de la justicia.   Romanos 5:17.   17 Pues si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo. Por supuesto que con esto no queremos decir que ahora no importa que vivamos en pecado que al fin y al cabo Cristo ya cumplió todo por mí.

No, en ninguna manera.  Lo que debemos entender es que el mismo padre había dispuesto en la obediencia de Cristo justificarnos.  O sea que los méritos de ese cumplimiento serían reconocidos ahora en aquel pecador que reconociera su culpabilidad y aceptara la sangre de Cristo como medio de rescate.

Este sería justificado.  Así leemos en Romanos 4:5-8 “Mas al que no obra, pero cree en aquel que
justifica al impío, la fe le es contada por justicia. Como  también  David  dice  ser  bienaventurado  el
hombre al cual Dios atribuye justicia sin obras, diciendo:         Bienaventurados    aquellos    cuyas
iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos.  Bienaventurado el varón al cual Dios no imputó pecado”.

Ni usted ni yo obramos, más bien siendo pecadores fuimos alcanzados por su gracia bendita, no nos exigió ninguna obediencia para alcanzar méritos, simplemente  que  creyéramos  en  aquel  que  había

Ha bastado simplemente que nos humillemos ante el Todopoderoso y que con toda sinceridad reconozcamos que somos pecadores necesitados de ese medio de rescate que es la sangre purísima del Verbo hecho carne.

Entendamos esta parte tan importante, la obra de Cristo no se queda a medias, Él quiere perfeccionar al hombre delante de su Padre.   El apóstol Pablo dice en Colosenses 1:28 “...para que presentemos a todo  hombre  perfecto  en  Cristo  Jesús”.  Nadie puede presentarse delante del Padre si no es por medio de Cristo, Él es el único camino, el único medio, porque él es nuestra justificación.

SIN CRISTO SOMOS ABOMINABLES delante del Padre, porque solos no tenemos méritos para decirle Abba Padre,  pero  en  Cristo  Jesús  hemos  recibido  el espíritu de adopción como dice en Romanos 8:15 “Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor; más habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos, Abba, Padre”.


Cristo todo lo cumplió por usted , por ti y por mí dime que estas agradecido y cierra tus ojos y dile gracias Señor Jesus por tu infinita bondad para mi por haberme escogido desde la fundación del mundo.  Esta convicción debemos tener muy arraigada en nuestro corazón, puesto que si no fuese por ello ningún humano  podía  presentarse  delante  del Todopoderoso. Cristo es nuestra justicia.  Este es el mayor axioma que puede establecerse en la Palabra de Dios.  Así leemos en 1ª. Corintios 1:30-31 “Mas de él sois vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha hecho por Dios: sabiduría y justificación, y santificación, y redención:  Para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor”.

Así que si ahora asistimos a la Casa de Oración, a las reuniones de la Iglesia de Dios  guardemos sus mandamientos, cumplamos su Palabra,  no  es  de  forma  teórica, ni superficial creyendo en falacias que proporciona un cristo del mundo  si no  porque vivimos en el verdadero Cristo en El y por El. Concluimos diciendo con el apóstol Pablo He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. GÁLATAS 2:20. Le pregunto mi amado lector ¿ha obrado en su vida?  ¿Lo ha aceptado verdaderamente? Y le puedo decir ahora y usted mismo puede definir si solo ha sido un admirador de Cristo o un verdadero seguidor si no lo ha aceptado entonces RECIBALO es este el momento para que  diga conmigo ACEPTO ser tu seguidor, ACEPTO tus reglas y mandamientos y acéptame tu también y cambia todo en mi...Amen...  quiero que entienda que Somos muy dichosos nosotros porque sin obras hemos sido justificados.pero aconsejo que cuando invite a alguien a integrar el cuerpo de Cristo pidale primero que le RECIBA en su Corazon luego que acepte las normas y mandamientos del creador entonces al fin sera un Nuevo integrante de pueblo de Dios

CONCLUSION

Amada Iglesia y amado hermano lector espero tenga un corazón agradecido por haber haber sido elegido entre millones para ser pueblo de Dios, y haya entendido que es aceptar y que es recibirle, no deje de asistir a las reuniones de la Iglesia de Dios hay una en cada pueblo y nación que el Señor bendiga su palabra en su corazón y le conceda paz..paz herman@.

Iglesia de Dios
Predicando desde Guatelinda
Gamaliel Estrada




1 comentario:

  1. Al cabo de mucho tiempo de leer sobre estas tesis ("aceptar" ó "recibir" a Cristo) creo el tema de la salvación debe ser más sencillo.
    Resulta contrario a la lógica que Dios prepara el Plan de Redención, y que la eficacia de la muerte del Señor Jesús, quede dependiendo de que la persona "le acepte", entonces para que tanto sacrificio, la pasión, el derrocamiento de su sangre y la cruz; es cómo ponerle un cuello de botella a la Gracia.
    Da la impresión más bien de que siendo la salvación un acto consumado para todos las las personas y pueblos; es la búsqueda de Dios por el amor, la bondad y la justicia, la que nos llevará a su gloria; incluso si las personas por su cultura y su historia no lleguen a conocer nunca el a,b,c del Evangelio; e incluso que, por ese mismo hecho, tengan otra religión, y que vivan piadosamente. No puede ser que una persona se vaya al infierno por ser de otra cultura, o por ignorar un protocolo de "levantar la mano" o "aceptar a Cristo", el mismo Evangelio dice que la regla de ingreso al Reino es el amor: a unos dice "tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste ...", es decir, a nadie se le hace una prueba religiosa, sino que se le remite a una evidencia de vida, de cómo procedió. No dice, usted va al castigo eterno por ser musulman o budista y usted se va al Reino por ser evangélico o católico o lo que sea, si no que la regla es el amor. Quienquita y hasta un montón de ateos vayan a entrar al Reino de Dios, y miles de "creyentes" no entremos.

    Ciertamente, conocer al Señor Jesus es la más grandiosa experiencia de la vida, y nunca a El se le conoce en vano, porque su Espíritu nos acompaña desde entonces y nos transforma, pero eso aunque importantísimo, es diferente.

    Por otro lado, cómo decir la descabellada idea de que Dios tiene elegida desde la fundación del mundo a la gente que se salvará y, por consecuencia, excluida la gente que se perderá. Este suena perverso, torpe.
    Desde luego, que Dios en su omnisciencia conoce quien le amará y seguirá y quien no, pero eso quedará en el ámbito de la libertad de cada alma humana, y de eso cada uno de nosotros es responsable. Dios nos da la salvación, la gran oportunidad, es cosa de cada uno o cada uno de nosotros, decidir si respondemos a su llamado de "Venid", y "Sígueme". Sólo en ese sentido es que uno puede aplicar la idea de "aceptar", pero aceptar ese llamado, que no tiene que ser de ninguna forma cumplir una fórmula religiosa, incluso de "repetir una oración de fe".
    Téngase presente que por las condiciones sociales y educativas hay muchas personas que no saben leer y escribir, y que antes de Cristo y después de El nadie les "predicó" dicha fórmula, entonces qué ¿se fueron todos al infierno por esa simple circunstancia? Creer eso es una caricaturización del Evangelio, de la sabiduría y del amor del Dios.

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