¿QUÉ ES Y QUE SIGNIFICA ACEPTAR A CRISTO?
INTRODUCCIÓN
Hemos
ido a campañas evangelisticas con el objetivo de invitar a las personas que se
acerquen a Dios, se busca al mejor predicador o evangelista que tengo la
capacidad o el don de convencimiento y al terminar su mensaje viene la
invitación y dice ¡Acepte a Cristo venga, Acepte¡ me pongo a pensar en lo que sucede en aquel
que escucha esta invitación usted y yo sabemos que las personas que ingresen a
la Iglesia de Dios ya han sido escogidas desde la fundación del mundo
Y yo entiendo que buena intencion hay, pero yo cambiaria la palabra ACEPTE por RECIBALE EN SU CORAZON porque de hecho el llama a la puerta y sabemos que el nos acepto primero y a mi me toco recibirle imaginemos esto cuando alguien toca su puerta usted ¿lo acepta o le recibe? logicamente le recibimos y pesando en esto dice asi estos pasajes leamos:
Efesios
1:4: según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él, entonces comprendo de acuerdo
a este pasaje que el nos acepto primero y su misericordia nos alcanzo dice otro
pasaje para apoyar esto Mateo
25:34: Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi
Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.¿ Preparado
para quien? para estos escogidos mas cuando otros fueron ni llamados ni
escogidos Apocalipsis
17:8: La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del
abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres
no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se
asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será. Entonces
¿Qué quiere decir la palabra aceptar a cristo o la deberíamos de cambiar por recibirle ?,
Empecemos
por desmembrar este término viene del latín aceptare, que significa recibir,
tomar o consentir.
Hemos entendido
que aceptar a Cristo significa RECIBIRLE en el
corazón, hacerlo participante de nuestra naturaleza, solo así podemos ser
llamados Hijos de Dios “Mas a todos los que le recibieron, dioles potestad de
ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre” Juan1:12.
Es
la obra misma de Cristo que debe aceptarse o recibirse en el corazón si embargo
cometemos un grave error al decir nuestro único y suficiente Salvador de
nuestras almas como el único medio para
ser rescatados y alcanzar vida eterna y ciertamente su sangre nos salva y
rescato porque así dice así 1 Pedro 1 18. Sabiendo
que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19. sino con
la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación, pero ahora leamos ahora
este pasaje 1
Timoteo 1:1: Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro SALVADOR,
y del Señor Jesucristo nuestra esperanza, si leimos bien Dios padre
es primero Salvador y Jesucristo nuestra ESPERANZA 1
Timoteo 2:3: Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro SALVADOR,
que entendemos aquí que también el Padre de nuestro Señor Jesucristo Nos salvo
primero, enviando a su hijo a ejecutar el plan de Salvación entonces no podemos
jamás a volver a decir nuestro único, único porque le quitaríamos el valor a
estos dos pasajes de Timoteo entonces nunca vuelva a decir si predica nuestro
único Salvador porque el Padre Dios tiene su merito y nos amo enviando a su
hijo amado ahora bien estos dos pasajes que leeremos a continuación en ninguna
parte dice único y suficiente y en ninguna parte de la sagrada palabra del
Señor 2
Timoteo 1:10: pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de
nuestro SALVADOR Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida
y la inmortalidad por el evangelio, Tito
1:4: a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y
paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro SALVADOR. Que claro entonces que
al aceptar a Jesucristo RECIBIMOS s a nuestros SALVADORES.
Recibir
a Cristo significa mucho más que el solo hecho de conocerle intelectualmente
como el Hijo de Dios que vino a salvar al mundo del pecado.
Mucha gente
reconoce que existió
efectivamente una persona conocida como el Cristo. Lo
aceptan como un hombre de buenos principios, pero no aceptan el hecho de que
Jesús haya sido el Hijo de Dios engendrado por el Espíritu Santo entonces no
pueden recibirle
Tristemente
entre el pueblo llamado evangélico se encuentra esta clase de personas por
cientos, pues muchas llamadas
evangélicas no han aceptado a Cristo verdaderamente, simplemente han levantado
la mano, de levantar a aceptar y hacer un convenio de fidelidad con el es muy
distinto porque esta fidelidad abarcar AMARLO al cien por ciento de esta manera
leamos
1. Mateo 22:37: Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
2. Marcos
12:30: Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal
mandamiento.
3. Lucas 10:27: Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu
mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Pero,
pero y repito pero: si le amamos lo demostraremos así: Juan 14:15: Si me amáis, guardad mis mandamientos.
Es aquí
donde ya no nos parece a algunos baja la mano que levanto porque no entendió
que es recibirle a Cristo pues esto implica que debe cumplir sus mandamientos
no a medias si no al 100%, como El SABADO etc, entonces algunos hacen lo del
rico da la vuelta y baja la cabeza y se va de vuelta al mundo y hacen muy
verdadero este pasaje Mateo 22:14: Porque MUCHOS SON llamados, y pocos
escogidos. Eso quiere decir que algunos estamos dentro de la Iglesia de Dios
pero no hemos aceptado a nuestros SALVADORES.
En
estos últimos años se llega al colmo que muchos de los llamados cristianos ya
no conocen ni siquiera la historia y tampoco les interesa. Han
convertido el cristianismo en moderno cristianismo que poco o nada tiene que
ver con la obra que el Unigénito Hijo de Dios realizó en la cruz del Calvario.
¿Y
qué se puede decir de quienes han aceptado no la obra del crucificado, sino más
bien la pintura, el óleo, o la escultura? Y se
prueba que han aceptado más bien esa obra de arte, porque al tratar de
quitárselas no lo admiten, lo que prueba
que han adorado la pintura o escultura.
El
llamado cristianismo es un gran movimiento religioso, social y económico, pero
vacío de Cristo. Prueba de lo anterior es el constante surgimiento de
sectas, cuyo origen
está fundamentado en
el egoísmo y la avaricia de los líderes religiosos que únicamente han
copiado la doctrina de la Iglesia del mundo pero no la han basado en las
Sagradas Escrituras y no lo harán he ahí el papel fundamental del integrante de
la Iglesia de Dios. ¡TU¡ a ti te hablo que lo
debes dar a conocer y hacer que acepten a Jesucristo en su corazón y no
levantando la mano porque luego la bajaran.
JESÚS EL UNIGÉNITO DE DIOS.
Lo
primero es aceptar a Cristo como el Hijo de Dios. Aceptar
al Cristo Divino, al Unigénito Hijo de Dios, rechazando al Cristo de la tradición, al de la Navidad, al
del 25 de diciembre, al que resucito en domingo etc.
ME ENTREGO A TI VERDADERO CRISTO SEÑOR DEL SÁBADO |
Nuestro
Salvador es diferente porque guardo el sábado, resucito en Sábado, estuvo tres
días y tres noches en el corazón de la tierra y no dos noches y un día como lo
es el de la tradición que murió viernes
y domingo ya resucito no cumpliendo la profecía de Jonás, tres días y 3
noches completas definitivamente un cristo falso.
La
Palabra de Dios nos enseña el origen Divino de Jesucristo, leemos así en San Mateo 1:20 “José, hijo de David, no temas
de recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado del Espíritu
Santo es”.
Elevemos
nuestro criterio respecto a Jesús, él no es el Hijo de José, no es simplemente
el hombre, no aceptemos simplemente al nacido de varón y mujer, aceptemos al
Jesús que fue concebido por la obra directa de Dios, reduciéndose el Verbo en
célula física, en un embarazo de 9 meses completos ni mas, ni menos para que se efectuara la vida intrauterina.
Para
confirmar lo antes mencionado leemos así
en el Salmo 22:10 “Sobre ti fue echado desde la matriz, desde el vientre de mi
madre tú eres mi Dios”. Esto está
perfectamente correlacionado con Lucas 1:35 “Y respondiendo el ángel le
dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti,
y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que
nacerá, será llamado Hijo de Dios”. Afinando nuestro pensamiento en este sentido
valorizaremos en todo lo que vale la bendita persona de Jesús de Nazareth.
Ningún
humano podía realizar la obra de redención, así estaba escrito en el Salmo 49:7
“Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su
rescate”.
Aceptar
a Cristo no es aceptar al pastor porque es mejor que
el otro, porque tuvo mejores
tacticas para construir un mega templo y tiene mejor parqueo para mi carro he
escuchado a algunos hermanos decir que van a alguna iglesia en particular por
la comodidad que estas representan; no se ensucian sus zapatos porque tiene
alfombra cuando se arrodilla, su carro durante el servicio esta bajo techo,
al sacerdote porque
es muy bueno, a tal iglesia
porque parece ser superior a las demás.
NO, NO ES ASÍ. Aceptar a Cristo es entender la doctrina que quedó
plasmada en los santos evangelios, perfecto cumplimiento de lo que anunciaron
la ley y los profetas.
Aceptar
a Cristo es consentir con los propósitos divinos. Tomar como cosa propia lo que Dios ha
propuesto. Y esto que Dios se ha
propuesto ha sido realizado por el Hijo del mismo Dios de quién no tenemos nada
que tachar; en
cierta ocasión, él mismo preguntó ¿Quién de vosotros me
redarguye de pecado? Juan 8:46.
No hubo
uno que con base verdadera le acusara, todos enmudecían ante el testimonio
lleno de luz del adorable Jesús.
Pues es
a Él, al intachable al que hemos aceptado como nuestro medio de rescate, como
nuestro guía, como único camino que nos lleva a Dios Salvador.
¿Habrá alguna
razón para que un cristiano
se resfríe, retroceda, mengüe en su fe, se aparte del camino santo? No, no existe razón, no hay argumento.
Si entendiera que bonito es amarlo de corazón
entonces no seria una carga asistir a la Iglesia, pesados sus mandamientos,
escusas de no guardar su Santo dia.
¡Ah!,
quiere decir que aceptar a Cristo es consentir definitivamente hasta la muerte
con el plan de salvación propuesto por Dios a través de la obra realizada por
Cristo.
Esta
aseveración la comprobamos con lo escrito por el apóstol Pablo a los Romanos 8:38-39
(NVI) 38 Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios,[a] ni
lo presente ni lo por venir, ni los poderes, 39 ni lo alto ni lo profundo,
ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha
manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor
Estas
son las palabras inspiradas por el Espíritu Santo a través de Pablo, de un
siervo, de un verdadero convertido quien aceptó por toda la vida el plan de
salvación en Cristo Jesús. Ya hemos entendido que en el plan de salvación el Señor
se propuso expiar nuestros pecados, pasarlos por alto, rescatarnos del mundo,
llenarnos de sus dones para darnos vida eterna en la manifestación gloriosa de
su hijo como dice en Juan 3:17 “Porque no envió Dios a
su hijo al
mundo para que
condene al mundo, mas para que el
mundo sea salvo por Él”.
El
propósito de Dios es que todos obtengamos salvación, que el mundo salga de la prisión espiritual, que
bote o tire y se deshaga para siempre la carga de pecado, que sólo trae
desilusión, engaño, muerte. El Señor llama a que le aceptemos no importa la
triste condición en que cada uno se encuentre. “Venid a mi, todos los que
estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.” Mateo 11:28. Eso es
aceptar a Cristo, dejar que Él transforme nuestra vida pecaminosa, llena de
incertidumbre, de sentimiento de muerte como los celos, la envidia, el odio a
una vida de perdón, de paz, de reconcilio con nuestro Creador, de promesa de
vida eterna. Veamos lo que dice el
profeta Isaías 1:18 “Venid luego,
dirá Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la
grana, como la nieve serán emblanquecidos: si fueren rojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana.”
Ahora
le pregunto y no para que juzgue ¿conoce a alguno de la Iglesia que este lleno
de envidia todavía? que tenga odio con su vecino, que no asiste porque ahí va
una persona que le cae mal, que no ha perdonado a su vecino que le ofendió, a
su familiar que no le habla por
cualquier causa entonces estamos de acuerdo que levantaron la mano pero no
aceptaron a Cristo Jesús.
Cristo
quiere obrar en nosotros primeramente el perdón de nuestros pecados. Este es el inicio de lo que Cristo
quiere obrar en
nosotros. PERDÓN, PERDÓN
DIVINO. Usted y yo necesitamos de ellos,
al aceptar a
Cristo estamos aceptando
el perdón de nuestros pecados porque también aceptamos confesarlos en
oración.
Pero
para que esto se efectúe debemos confesarlos al mismo Dios. Esto significa que en todo debe haber una
co-relación entre el hombre y Cristo, una simbiosis espiritual, una relación
inseparable, una comunicación total con nuestros Salvadores no se trata
simplemente que Cristo lo haga todo sin que el hombre ponga nada de su
parte. Si lo primero que el Señor ofrece es perdón, lo primero que el hombre debe
ofrecerle es confesión, ¿estamos de acuerdo?
Así
leemos en 1ª. Juan 1:9 “Si confesamos
nuestros pecados, Él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y
nos limpie de toda maldad”.
Primero
recibimos la Palabra, ella nos guía y nos enseña que tenemos que reconocer que
somos pecadores delante de Dios. Todo lo malo que hacemos en el mundo, aunque
ofendemos a nuestro prójimo, a quien estamos ofendiendo en realidad es a Dios. Si
al menos entendiéramos esto no hubiera tanta violencia en nuestro hogar, no
ofendería a mi esposa, a mis hijos, a mi hermano de la iglesia, a nadie! que calidad humana tendría cada integrante de
la Iglesia de Dios Así lo entendió el salmista y así nos lo enseñó. Salmo 51:4 “A ti, a ti solo he pecado, y he hecho lo malo
delante de tus ojos: Porque seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por
puro en tu juicio.”
La
soberbia es el impedimento para que el hombre confiese su maldad ante Dios, el
camino para que el pecador pueda hacerlo es humillarse ante Dios y reconocer
delante de Él que es pecador y que necesita de su perdón es como aquel que toma
mucho alcohol y no acepte que es un enfermo alcohólico y dice dejarlo cuando
quiere, que toma drogas, fuma demasiado etc. y bueno nos toca decir que si era
agresivo y ofensivo ahora ya no lo soy, que era amargado y ahora soy manso de
corazón si quiero estos cambios en mi entonces debo aceptar de cuales son mis
defectos para poderlos cambiar entregarlos a los pies de Cristo y salir de su
templo mas humilde con mayor templanza y santidad será difícil hacerlo? Si usted ya acepto a Cristo entonces sabrá la respuesta
inmediata.
La
confesión de nuestros pecados no es ante
otro pecador igual a nosotros o quizá un poco peor. Ese sistema ha sido inventado en mala hora
por la curia romana. No, la confesión que demanda la Palabra de Dios es
directamente al Juez Supremo como leemos en Salmo 32:5 “Mi
pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad, confesaré, dije, contra mí mis
rebeliones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado”.
Así que
si usted no es de la Iglesia de Dios aun, le aconsejo no confesar sus pecados a
otro pecador como un sacerdote; o sea a otro humano dígaselo al Creador,
quéjese con el de sus debilidades que es el que cambiara su ser si reprocharle
nada de nada.
Resumiendo
este primer punto estamos entendiendo que para tener un buen principio lo
primero es la aceptación de Cristo, es
necesario recibirle y humillarse ante Dios y reconocer, sí, reconocer que somos pecadores, que no
tenemos méritos y que necesitamos de su clemencia, como explica el apóstol en Efesios
2:9 “No por obras, para que nadie se
gloríe”.
Cuando
no hay este principio, cuando la persona no se siente tan pecadora, cree que
más bien aquella congregación a la que va a ingresar necesita de ella. Se
siente interesante e indispensable y pasa a formar parte de aquella congregación
con cierto aire
de superioridad busca hacerse notar dentro de la congregación y se ve
que no hay humildad en el juzga la doctrina de otros, el dice saberlo todo
acusa a sus hermanos diciendo que es un pecador que no ha salido de Egipto
cuando el mismo es un faraón y toma el papel de fariseo ni entra ni deja entrar
se siente conservador de la doctrina porque así lo cree pero le falta mucho
amor. Esta persona no ha entrado por la
puerta como recomienda el Hijo de Dios, Él mismo dijo “Yo soy la puerta: el que
por mí entrare, será salvo...”. Juan
10:9. Y veo que hay algunos hermanos de la Iglesia de Dios que
si tuvieran el libro de la vida en sus manos borraría y tendría a algunos a
conveniencia cuando dice asi Juan 6:37: Todo lo que el Padre me
da, vendrá a mí; y al que a mí viene, NO LE ECHO FUERA.
Cristo
es entonces allí si la UNICA puerta y para entrar por ella debemos entrar
humillados, reconociendo que tenemos necesidad de entrar por esa puerta de
perdón.
Si
no se entra por la puerta, se salta la cerca, y el supuesto cristiano sólo
ingresa para formar parte de una congregación, sin ningún fundamento en el
evangelio del Señor, y asimismo sin fundamento cuando lo cree conveniente, se
retira, y el colmo de su ignorancia espiritual, es argumentar que se ha
retirado de una congregación pero no ha dejado a Cristo. La realidad es que no
ha conocido al Salvador.
La
humildad hace que el hombre se humille delante del Señor, para reconocer que
antes de recibir su perdón no somos nada, mas que simples gusanos, como dice Job
25:6: “¿Cuánto menos el hombre que es un gusano, y el hijo del hombre, también
gusano? o como dice en Isaías
64:6: “Si bien todos nosotros somos como
suciedad, y todas nuestras
justicias como trapo
de inmundicia..”
¿Qué
es entonces usted, qué soy yo?, sin cristo y duele decirlo pero si usted no a aceptado a cristo no es
nada es un simple gusano, suciedad dice Isaias 64: 6 y lo que hace cosa sucia,
trapo de inmundicia dice el final del pasaje
y entonces antes de conocer el evangelio no somos nada, como dice el Salmo
62:9 que si nos pesan a todos igualmente en la balanza, somos menos que la
vanidad.
Dice
así otra versión
Salmos 62: 9 (NVI)
Una quimera es la *gente de humilde cuna,
y una mentira la gente de alta alcurnia;
si se les pone juntos en la balanza,
todos ellos no pesan nada.
y una mentira la gente de alta alcurnia;
si se les pone juntos en la balanza,
todos ellos no pesan nada.
Entonces
queda claro que el que no es humilde, no acepta que es pecador, no acepta amar
a Cristo y acatar sus mandamientos y no
pertenece a la Iglesia no es NADIE y es menos que la nada ¡que difícil
situación estar fuera del redil¡ y que bendición ser IGLESIA DE DIOS.
El
segundo paso es, ACEPTARLE COMO EL MEDIO DE RESCATE. Exactamente como nos lo dice en 1ª. Timoteo 2:6 “El cual se dio a sí mismo en precio del
rescate por todos, para testimonio en sus tiempos”.
Sabemos
que el término RESCATAR significa RECOBRAR PAGANDO, esto fue lo que hizo
Jesucristo por usted
y por mí,
pagar para recobrarnos a favor de
Dios.
Fijémonos
en esta parte tan importante: para que
Dios perdonara, se necesitaba del medio expiatorio o sea la reparación de la
culpa por medio de un sacrificio. Y este sacrificio lo realizó el VERBO HECHO CARNE,
pagando así lo que nosotros debíamos a la justicia divina.
Por esta
razón estaba predicho
en Isaías
53:6 “...Más Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros”. Él mismo se dio en precio del rescate de lo
que usted y yo deberíamos haber pagado.
Jesucristo
dejó a un lado la letra y el rito, y por esta razón, Jesús ni bautizó, ni
tampoco escribió algún libro. Ese no
era su ministerio, su ministerio era más
grande, más sublime,
como dice el
apóstol Pablo a los Hebreos, más sublime que los cielos Hebreos 7:26. Su ministerio consistía en ofrendarse a su
Padre como la víctima sublime y a la vez en bautizar en ESPÍRITU SANTO para que
por este medio el hombre se santificara en el renacimiento de una nueva
criatura.
Usted
recuerda bien quién era Pablo, efectivamente fue el gran apóstol de los
gentiles, escritor de 14 epístolas, pero antes de ser apóstol, fue Doctor de la
ley, fariseo de fariseos, irreprensible en sus ceremonias, sin embargo para
aceptar a Cristo hizo una confesión, “Palabra fiel y digna de ser recibida de
todos: que Cristo Jesús vino al mundo
para salvar a los pecadores, de los cuales YO SOY EL PRIMERO” 1ª. Timoteo 1:15.
El gran
doctor en la ley, no obstante su celo en las ceremonias levíticas reconoció que
todo ese esplendor de ritos no había hecho nada efectivo para limpiarle de sus
pecados.
De
manera que si Pablo sí se reconoció como el último de los pecadores con todo y
su celo en la ley, ahora medite entonces amado lector qué será usted, de ti y
qué seré yo, somos pecadores urgidos y necesitados de este precioso medio de
rescate puesto por el Altísimo.
Aceptemos
pero no al Cristo de la tradición, no al Cristo católico y protestante, porque
cada iglesia que aparece hace su cristo que quieres seguir y al final todas son
seguidoras de un cristo falso e inventado entonces aceptemos al Cristo que describe la Sagrada
Escritura, que es el libro de los siglos, el cual ha permanecido a través de
las centurias no sigas a ningún pastor, a algún líder religioso no veas como
dios a alguien que sea humano.
Si
Cristo se dio a sí mismo por nosotros como dice Tito 2:14, 14 Él se
entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un
pueblo elegido, dedicado a hacer el bien.
Nosotros
al aceptarle debemos darnos a Él, porque nos ha comprado, como dice en 1ª.
Corintios 6:20 “Porque comprados sois por precio, glorificad pues
a Dios en
vuestro cuerpo y en
vuestro espíritu, los cuales son de
Dios”. Dice así otra versión 20 fueron comprados por un precio. Por tanto,
honren con su cuerpo a Dios.
Aceptar
a Cristo desde este punto de vista, es aceptarle como medio de rescate para
entregarnos a él como propiedad de él.
Ya no nos pertenecemos, no debemos reclamar nada para nosotros, todo lo
nuestro es de Cristo y ahora estamos a su servicio. Bendita la hora en que
dejamos de pertenecer al mundo para ser
ahora de Cristo
para siempre, porque dice en Hebreos
9:12, 12 entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo
hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre,
logrando así un rescate eterno. Que es
una redención eterna, no es
temporal, es para
siempre, Cristo quiere que seamos
de él hoy y siempre.
Después
de aceptarle como el medio de rescate, debemos aceptarle como nuestra
justificación. Es muy importante que
comprendamos lo que significa JUSTIFICAR.
Justificar significa presentar al pecador delante de Dios limpio de toda
culpa. Por el primer Adán nos
constituimos en pecadores insalvables de nuestra pobre condición, pero en el
postrer Adán nos constituimos justos por la obra de su obediencia.
Así
leemos en “Romanos 5:19 Porque como por la desobediencia de un hombre los
muchos fueron constituidos
pecadores, así por la obediencia
de uno los muchos serán constituidos justos”.
La
desobediencia tuvo un feliz resultado, así leemos en Romanos 5:21 “Para que, de
la manera que el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la
justicia para vida eterna por Jesucristo Señor nuestro”.
La obediencia
perfecta de Cristo
estableció la justicia que
demandaba el Supremo. Nunca antes, ni los profetas mismos lograron la
obediencia que Cristo alcanzó en su vida inmaculada.
Jesucristo
vino a cumplir lo que ningún humano podía hacer para establecer en esta forma
el don de la justicia. Romanos 5:17. 17 Pues si por la transgresión de un
solo hombre reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la
gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre,
Jesucristo. Por supuesto que con esto no
queremos decir que ahora no importa que vivamos en pecado que al fin y al cabo
Cristo ya cumplió todo por mí.
No,
en ninguna manera. Lo que debemos
entender es que el mismo padre había dispuesto en la obediencia de Cristo
justificarnos. O sea que los méritos de ese cumplimiento serían
reconocidos ahora en aquel pecador que reconociera su culpabilidad y aceptara
la sangre de Cristo como medio de rescate.
Este sería justificado. Así leemos en Romanos 4:5-8 “Mas al
que no obra, pero cree en aquel que
justifica al impío, la fe le es contada por justicia.
Como también David
dice ser bienaventurado el
hombre al cual Dios atribuye justicia sin obras,
diciendo: Bienaventurados aquellos
cuyas
iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son
cubiertos. Bienaventurado el varón al
cual Dios no imputó pecado”.
Ni
usted ni yo obramos, más bien siendo pecadores fuimos alcanzados por su gracia
bendita, no nos exigió ninguna obediencia para alcanzar méritos,
simplemente que creyéramos
en aquel que
había
Ha
bastado simplemente que nos humillemos ante el Todopoderoso y que con toda
sinceridad reconozcamos que somos pecadores necesitados de ese medio de rescate
que es la sangre purísima del Verbo hecho carne.
Entendamos
esta parte tan importante, la obra de Cristo no se queda a medias, Él quiere
perfeccionar al hombre delante de su Padre.
El apóstol Pablo dice en Colosenses 1:28 “...para que presentemos a
todo hombre perfecto
en Cristo Jesús”.
Nadie puede presentarse delante del Padre si no es por medio de Cristo,
Él es el único camino, el único medio, porque él es nuestra justificación.
SIN CRISTO SOMOS ABOMINABLES delante del Padre, porque solos no tenemos méritos para
decirle Abba Padre, pero en
Cristo Jesús hemos
recibido el espíritu de adopción
como dice en Romanos 8:15 “Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre
para estar otra vez en temor; más habéis recibido el espíritu de adopción, por
el cual clamamos, Abba, Padre”.
Cristo
todo lo cumplió por usted , por ti y por mí dime que estas agradecido y cierra
tus ojos y dile gracias Señor Jesus por tu infinita bondad para mi por haberme
escogido desde la fundación del mundo.
Esta convicción debemos tener muy arraigada en nuestro corazón, puesto
que si no fuese por ello ningún humano
podía presentarse delante
del Todopoderoso. Cristo es nuestra justicia. Este es el mayor axioma que puede
establecerse en la Palabra de Dios. Así
leemos en 1ª. Corintios 1:30-31 “Mas de él sois vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha
hecho por Dios: sabiduría y justificación, y santificación, y redención: Para que, como está escrito: El que se
gloría, gloríese en el Señor”.
Así
que si ahora asistimos a la Casa de Oración, a las reuniones de la Iglesia de
Dios guardemos sus mandamientos, cumplamos
su Palabra, no es
de forma teórica, ni superficial creyendo en falacias
que proporciona un cristo del mundo si no porque vivimos en el verdadero Cristo en El y
por El. Concluimos diciendo con el apóstol Pablo He sido crucificado con
Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el
cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por
mí. GÁLATAS 2:20. Le pregunto mi amado lector ¿ha obrado en su vida? ¿Lo ha aceptado verdaderamente? Y le puedo decir ahora y usted mismo puede definir si
solo ha sido un admirador de Cristo o un verdadero seguidor si no lo ha
aceptado entonces RECIBALO es este el momento para que diga conmigo ACEPTO ser tu seguidor, ACEPTO
tus reglas y mandamientos y acéptame tu también y cambia todo en mi...Amen... quiero que entienda que Somos muy dichosos
nosotros porque sin obras hemos sido justificados.pero aconsejo que cuando
invite a alguien a integrar el cuerpo de Cristo pidale primero que le RECIBA en
su Corazon luego que acepte las normas y mandamientos del creador entonces al
fin sera un Nuevo integrante de pueblo de Dios
CONCLUSION
Amada
Iglesia y amado hermano lector espero tenga un corazón agradecido por haber
haber sido elegido entre millones para ser pueblo de Dios, y haya entendido que es aceptar y que es recibirle, no deje de asistir a
las reuniones de la Iglesia de Dios hay una en cada pueblo y nación que el
Señor bendiga su palabra en su corazón y le conceda paz..paz herman@.
Iglesia
de Dios
Predicando
desde Guatelinda
Gamaliel
Estrada
Al cabo de mucho tiempo de leer sobre estas tesis ("aceptar" ó "recibir" a Cristo) creo el tema de la salvación debe ser más sencillo.
ResponderEliminarResulta contrario a la lógica que Dios prepara el Plan de Redención, y que la eficacia de la muerte del Señor Jesús, quede dependiendo de que la persona "le acepte", entonces para que tanto sacrificio, la pasión, el derrocamiento de su sangre y la cruz; es cómo ponerle un cuello de botella a la Gracia.
Da la impresión más bien de que siendo la salvación un acto consumado para todos las las personas y pueblos; es la búsqueda de Dios por el amor, la bondad y la justicia, la que nos llevará a su gloria; incluso si las personas por su cultura y su historia no lleguen a conocer nunca el a,b,c del Evangelio; e incluso que, por ese mismo hecho, tengan otra religión, y que vivan piadosamente. No puede ser que una persona se vaya al infierno por ser de otra cultura, o por ignorar un protocolo de "levantar la mano" o "aceptar a Cristo", el mismo Evangelio dice que la regla de ingreso al Reino es el amor: a unos dice "tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste ...", es decir, a nadie se le hace una prueba religiosa, sino que se le remite a una evidencia de vida, de cómo procedió. No dice, usted va al castigo eterno por ser musulman o budista y usted se va al Reino por ser evangélico o católico o lo que sea, si no que la regla es el amor. Quienquita y hasta un montón de ateos vayan a entrar al Reino de Dios, y miles de "creyentes" no entremos.
Ciertamente, conocer al Señor Jesus es la más grandiosa experiencia de la vida, y nunca a El se le conoce en vano, porque su Espíritu nos acompaña desde entonces y nos transforma, pero eso aunque importantísimo, es diferente.
Por otro lado, cómo decir la descabellada idea de que Dios tiene elegida desde la fundación del mundo a la gente que se salvará y, por consecuencia, excluida la gente que se perderá. Este suena perverso, torpe.
Desde luego, que Dios en su omnisciencia conoce quien le amará y seguirá y quien no, pero eso quedará en el ámbito de la libertad de cada alma humana, y de eso cada uno de nosotros es responsable. Dios nos da la salvación, la gran oportunidad, es cosa de cada uno o cada uno de nosotros, decidir si respondemos a su llamado de "Venid", y "Sígueme". Sólo en ese sentido es que uno puede aplicar la idea de "aceptar", pero aceptar ese llamado, que no tiene que ser de ninguna forma cumplir una fórmula religiosa, incluso de "repetir una oración de fe".
Téngase presente que por las condiciones sociales y educativas hay muchas personas que no saben leer y escribir, y que antes de Cristo y después de El nadie les "predicó" dicha fórmula, entonces qué ¿se fueron todos al infierno por esa simple circunstancia? Creer eso es una caricaturización del Evangelio, de la sabiduría y del amor del Dios.