INTRODUCCIÓN:
Muchas profecías fueron escritas por los grandes profetas de Israel, muchas de ellas han sido ya fielmente cumplidas, otras lo están siendo y algunas otras faltan por cumplirse. Pero una de las profecías más grandes que se está cumpliendo al pie de la letra delante de nuestros ojos, es la relacionada con el pueblo de Israel.
No podemos cerrar nuestros ojos ante el cumplimiento tan maravilloso de esta profecía a favor de los hebreos, pasarla desapercibida indicaría muy poco interés a las indicaciones de Adonai; toda la persona amante de la Palabra de Dios mira con entusiasmo como la visión de los huesos del insigne profeta Ezequiel está siendo cumplida con asombrosa exactitud. Dios mismo comprende que para este tiempo los cumplimientos de su palabra deben ser claros y mundiales, el mismo adelanto de la ciencia, el desarrollo de los pueblos, exige más evidencias de la veracidad de la palabra del Altísimo. Y Dios ha estado en la mejor disposición de hacer notable la verdad de su palabra.
DESARROLLO DEL ESTUDIO:
La profecía a la que hacemos referencia en este estudio es la que está escrita en el profeta Ezequiel 37:1-11 “...Y la mano de Jehová fue sobre mí y sacome en espíritu de Jehová y púsome en medio de un campo que estaba lleno de huesos. E hízome pasar cerca de ellos por todo alrededor y he aquí que eran muy muchos sobre la haz del campo y por cierto secos en gran manera. Y díjome: Hijo del hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije Señor Jehová, tú lo sabes. Díjome entonces: profetiza sobre estos huesos y diles: Huesos secos, oid Palabra de Jehová. Así ha dicho el Señor Jehová a estos huesos: He aquí yo hago entrar espíritu en vosotros y viviréis. Y pondré nervios sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu y viviréis, y sabréis que yo soy Jehová. Profeticé pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor, y los huesos se llegaron cada uno a su hueso. Y miré, y he aquí nervios sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos: más no había en ellos espíritu. Y díjome: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo del hombre y dí al espíritu: Así ha dicho el Señor Jehová: Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies, un ejército grande en extremo. Díjome luego: Hijo del hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron y pereció nuestra esperanza y somos del todo talados. Por tanto profetiza y diles: Así ha dicho el Señor Jehová: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abriere vuestros sepulcros y os sacaré de vuestras sepulturas, pueblo mío...”.
Los versículos leídos no son toda la profecía, es simplemente una parte, la profecía completa viene desde el capítulo 36 de Ezequiel y termina en el capítulo 39. Lo que hemos leído es solamente una porción de la gran profecía a favor de Israel.
Antes de entrar en materia, queremos decir que algunas denominaciones enseñan en sus puntos doctrinales que no tenemos porqué analizar alguna profecía a favor de Israel, el motivo por el cual dicen que ésta manera es porque no aceptaron a Cristo Jesús, y si desde luego no aceptaron al Hijo de Dios, luego entonces están perdidos y no hay necesidad de estudiar nada respecto a ellos.
Aunque aparentemente parecen tener razón, sin embargo según el mismo tenor divino descarta totalmente este argumento, el apóstol Pablo fue uno de los que dejó escrito con toda claridad que quien mire con desprecio a Israel no está en lo justo, así leemos en Romanos 11:13 y 18 “...Porque a vosotros hablo, gentiles: por cuanto pues, yo soy apóstol de los gentiles, mi ministerio honro. No te jactes contra las ramas, y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti...”.
El apóstol advirtió muy claramente al pueblo gentil que no jactaran contra los israelitas, porque no son los gentiles los que sustentan al judío, son los hebreos los que sustentan al pueblo gentil. El apóstol Pablo en este mismo capítulo 11 de Romanos, dio una luz de la esperanza que aun brilla delante del pueblo hebreo, así leemos del versículo 25 al 27 “...Porque no quiero hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis acerca de vosotros mismos arrogantes: que el endurecimiento en parte ha acontecido en Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo como está escrito: Vendrá de Sión el libertador que quitará de Jacob la impiedad; y este es mi pacto con ellos, cuando quitare sus pecados...”.
Notemos como según la doctrina de la gracia enseña por el apóstol Pablo incluía en sus enseñanzas la esperanza que aún vibra a favor de Israel, y si el apóstol Pablo escribió de ese pueblo, quiere decir que nosotros también como cristianos estamos obligados a estudiar de ese pueblo, sus profecías, sus cumplimientos, etc...
Además el apóstol Pedro en su segunda carta nos insta a que consideremos la profecía y a que estemos atenta a ella, pues es como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, así leemos en el capítulo 1:19 “...Tenemos también la palabra profética más permanente a la cual hacéis bien de estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salgo en vuestros corazones...”.
No es posible desperdiciar la hermosa luz de la antorcha de la profecía, es necesario utilizar esa luz, ya que el mismo Dios la encendió debemos ocuparla para iluminar el oscuro sendero de esta vida humana. Si usted ha visto con poco interés la profecía, hasta aquí debe dejar a un lado su frialdad y de hoy en adelante interesarse por las bellísimas profecías escritas en la palabra de Adonai, sobre todo las que en este tiempo están siendo cumplidas.
Este capítulo 37 de Ezequiel ha sido algunas veces interpretado como el capítulo de la resurrección por el hecho que habla de huesos secos muchos en gran manera y porque habla del levantamiento de ellos al entrarles el espíritu de vida. Es totalmente impropio aplicar este capítulo a la resurrección del día postrero, es muy fácil comprobar que no se trata de ese hecho, el versículo 11 con toda claridad hace ver quienes son esos huesos “...Díjome luego: Hijo del hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí ellos dicen: Nuestros huesos se secaron y pereció nuestra esperanza y somos del todo talados...”.
No tenemos porqué desviar la exégesis diciendo que estos huesos son los huesos de los que resucitarán, el mismo Dios le hizo ver al profeta Ezequiel que estos huesos representan al pueblo hebreo en su diáspora, es decir en su esparcimiento. No olvidemos que el Altísimo hablaba al pueblo por medio de figuras, comparando a los pueblos y aun al mismo pueblo de Israel con determinados símbolos, ejemplo:
- En Isaías 8:7 compara al rey de Asiria como aguas de ríos.
- En Jeremías 46:11 compara a Egipto como a una virgen.
- En Ezequiel 17:3 compara a Babilonia como una grande águila.
- En Ezequiel 31:3 se compara al Asirio como un gran cerdo, no es entonces de extrañar que en Ezequiel 37 se compare a Israel con huesos secos, además ya hemos leído en el versículo 11 que el mismo Señor interpreta que estos huesos son la casa de Israel.
Regresando a casa, Israel. |
Esta es en sí la explicación concreta de las preguntas que surgen inmediatamente a leer esta profecía, esta parte es en sí la esencia de la profecía de Ezequiel capítulo 37. Pero ahora necesitamos internarnos en este tema analizando punto por punto para comprender con todo detalle tanto los motivos de la dispersión del pueblo, sus penas, sus esperanzas, sus luchas como el gran Dios de Abraham ha velado siempre por ese pueblo que recibió gran bendición en el antiguo pacto, la cual aun permanece en él.
tribu perdida de Manases, regresando a casa, Israel 2017 |
Para que el Todopoderoso se manifestara a la humanidad era necesario preparar un pueblo para que se le revelara a él, y el mismo pueblo diera así testimonio de ese Dios que se les manifestaba. Antes de existir Israel como pueblo sabemos que el Señor se manifestó a determinados varones como Seth, Enós, Enoc, Lamec, Noé, Sem. Pero como la humanidad tendía a multiplicarse era necesario preparar un pueblo, y efectivamente el Señor lo preparó, lo organizó como dice en Deuteronomio 32:6, segunda parte “¿...No es él tu padre que te poseyó?, Él te hizo y te ha organizado”. No es entonces Israel un simple pueblo, no fue formado por ideas de sociedades, su organización vino directamente de Dios, por esto El mismo le llama MI SIERVO.
El primer propósito de Dios al escoger a un pueblo era instruirlo, hacer de cada uno de ellos un siervo preparado, como se los dijo en Éxodo 19 “...Reino de sacerdotes y gente santa...”, “...Especial tesoro sobre todos los pueblos”. Grandes privilegios recibió entonces Israel al ser formado como pueblo, aun el mismo nombre de él fue puesto por el Señor, Isaías 43:1 “...Y ahora, así dice Jehová Criador tuyo, oh Jacob y Formador tuyo oh Israel, no temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú...”. Quiere decir entonces que el principio de Israel fue maravilloso cimentado en los planes del mismo Dios.
La santa palabra de Dios da testimonio del glorioso nacimiento de Israel y en algunos de sus símbolos presenta a ese pueblo comparado con una hermosa mujer, Jeremías 6:2 “...A mujer hermosa y delicada comparé a la hija de Sión...”. El nacimiento de esta doncella fue con gloria, fue iluminada su cielo con la luz de la promesa, de la bendición y la misericordia de Dios, me refiero desde la promesa, de la bendición y la misericordia de Dios, me refiero desde la promesa del Verbo dada a Abraham, según Génesis 17:19 “...Y respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te parirá un hijo y llamarás su nombre Isaac y confirmará mi pacto con él por alianza perpetua para su simiente y después de él, y agrega el capítulo 15:5 “...Y sacole fuera y dijo: Mira ahora a los cielos y cuenta las estrellas si las puedes contar y le dijo: Así será tu simiente...”.
Este fue el glorioso inicio del pueblo hebreo, de esa hermosa doncella que fue arrullada en los brazos de la promesa divina, la simiente de ese pueblo sería como las estrellas del cielo, siempre brillantes, siempre vivas, siempre contando la gloria de Dios.
Las primera décadas del crecimiento de esta doncella fue con el resplandor de la gloria divina, de tal manera que todos los pueblo gentiles sabían que el Dios del cielo estaba con ellos, Josué 2:10-11 “...Porque hemos oído que Jehová Dios hizo secar las aguas del mar Bermejo delante de vosotros, cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los Amorrheos que estaban de la parte allá del Jordán a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más espíritu en alguno por causa de vosotros; porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra...”. Asimismo leemos en Josué 5:1 “...Y cuando todos los reyes de los Amorrheos, que estaban de la otra parte del Jordán al occidente y todos los reyes de los Cananeos, que estaban cerca de la mar, oyeron como Jehová había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado, desfalleció su corazón y no hubo más espíritu en ellos delante de los hijos de Israel...”.
En este tiempo Israel, a pesar de no haber conquistado su tierra, era sin embargo un pueblo con personalidad, con respaldo divino, la doncella estaba en su esplendor, crecía de tal manera que todos los pueblos estaban asombrados de su crecimiento, como leíamos en estos versículos, todos daban testimonio que Dios estaba con ellos. En ese tiempo era un verdadero cuerpo con vida, el Espíritu lo movía por todas partes, dando testimonio así de la existencia del verdadero Dios, ninguno de los hebreos pensaba que algún día fueran a ser un simple conjunto de huesos secos, quien de los hebreos se iba a imaginar que esa gloria agonizara algún día.
Israel esparcido por todas las naciones |
y en Deuteronomio 28:64-67 “...Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos desde el un cabo de la tierra hasta el otro cabo de ella, y allí servirás a dioses ajenos que no conociste tú ni tus padres, al leño y a la piedra. Y ni aun entre las mismas gentes descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo; que allí te dará Jehová corazón temeroso, y caimiento de ojos y tristeza de alma y tendrá tu vida como colgada delante de ti y estarás temeroso de noche y de día y no confiarás de tu vida. Por la mañana dirás: ¡Quién diera fuese la tarde! Y a la tarde dirás: ¡quién diera fuese la mañana! Por el miedo de tu corazón con que estarás amedrentado y por lo que verán tus ojos...”.
Ciertamente el Señor había preparado el nacimiento de Israel, pero como Dios justo y santo no podía permitir que el pueblo se degenerara delante de Él, el Altísimo exigiría que su pueblo obrara siempre conforme el camino de justicia que Él le había establecido, pero en su defecto, entonces pagaría muy duramente su rebeldía. Pero el Señor no quería que su pueblo se desviara, por esta razón advirtió a su pueblo desde un principio lo que le vendría a causa de su desvío. Todas las sentencias dictadas eran terribles: tendrían terror, extenuación y mil enfermedades más, su cielo se tornaría en cielo de metal, es decir no les llovería, la tierra se convertiría en estéril, serían sitiados y aun comerían las carnes de sus hijos.
Todo esto sería durísimo para los hebreos, pero si sufrirían en su propia tierra; había otra sentencia más dura, y esta sería la más larga y la más amarga, la que más tristes experiencias les dejaría, Deuteronomio 28:64 “...Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos desde el un cabo de la tierra hasta el otro cabo de ella...”. Esta fue la sentencia que vino a hacer de los israelitas un cuerpo muerto, esta sentencia sería la que terminaría con la belleza de la virgen de Sión y la convertiría en un cuerpo muerto, esparcido en el campo, que es símbolo del mundo.
Ciertamente las bendiciones y las promesas para los hebreos eran muy hermosas, la gloria ofrecida de parte del Inefable fue efectiva mientras el pueblo estuvo en comunión con su Dios, pero así mismo las sentencias eran muy severas.
Según la cronología más conocida sabemos que desde el año en que salieron de Egipto 1491 hasta el año 975 A. C., los israelitas fueron un cuerpo vivo, cumplieron hasta donde les fue posible el pacto con su Dios, durante 516 fueron un solo reino, una sola nación, un solo pueblo, gobernados primeramente por Moisés, más tarde por el gran Josué, posteriormente por los jueces durante 450 años; fue precisamente en el tiempo de los jueces que el pueblo principió su rebeldía con el Señor, sufrieron amargas experiencias, pero siempre continuaban con sus desvíos, no obstante el Señor les suscitaba Jueces para librarlos de las penas en las cuales caían, Jueces 2:16 “...Más Jehová suscitó jueces que los librasen de mano de los que los despojaban...”.
Destacaron entre los jueces Gedeón, Jepthé, Samsón, y algunos otros, no obstante que los jueces eran inspirados por Dios, el pueblo no frenaba su desvío, cada día se apartaban más y más de las santas leyes de Dios, llegó a tal grado que la tribu de Dan dejó al Señor para adorar el ídolo de Michás, así leemos en todo el capítulo 18 de los Jueces, por otra parte las restantes tribus se armaron para pelear contra la tribu de Benjamín por el ultraje cometido contra la mujer de un levita, según lo relata el capítulo 19 de Jueces. Pero a pesar de todos estos males aun seguían siendo la misma nación, a pesar de estas guerrillas internas continuaban en su tierra, el Señor les seguía reprendiendo pero ellos continuaban con sus rebeldías, hasta que llegó el momento en que pidieron tener rey como su gobernante, decisión que enojó al Señor, así leemos en el primer libro de Samuel 8:7 “...Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te dijeren, porque no te has desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos...”.
Los israelitas estaban desechando la vida, estaban despreciando el gobierno del mismo Dios, ahora querían ser gobernados por los hombres, porque así lo hacían los gentiles, prácticamente estaban buscando su propia muerte, hasta aquí había sido la hermosa doncella de Sión, pero ahora empezaba a enfermar, su actitud era fatal, dejar a Dios equivalía a morir, el Señor años más tarde se los hizo notar por medio de Jeremías 2:13 “...Porque dos males ha hecho mi pueblo, dejáronme a mí fuente de agua viva por cavar para sí cisternas, cisternas rotas que no detienen el agua...”.
Aquí principió su enfermedad espiritual, su enfermedad interna, ellos no lo notaron de pronto, pues sabemos por el libro de Samuel, que en el tiempo del rey David obtuvieron grandes triunfos, se despojaron de sus enemigos, alargaron sus dominios y no fueron siervos en ese tiempo, 2º. Samuel 8:1-18.
Los israelitas pensaban que estaban en su mejor gloria, pero estos eran los últimos años de su escasa salud, porque el microbio había minado en las venas espirituales de los hebreos. Esa enfermedad espiritual logró minar aun en el corazón del rey David, quien cometió adulterio, trayendo grandes angustias para sí, según la sentencia del profeta Nathán, según 2º. Samuel 12.
No obstante se alargaron los días de poca salud que aun le quedaban a la virgen de Sión en los días del rey Salomón, pero esa enfermedad agravó a la doncella de tal manera que sucedió lo fatal para Israel SER DIVIDIDO EN DOS REINOS, la nación del Señor sería dividida, esto implicaba suma gravedad, sin embargo así sucedió, el mismo Dios dictó la sentencia a Salomón, así leemos en 1º. Reyes 11:11-13 “...Y dijo Jehová a Salomón: por cuanto ha habido esto en ti y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, ROMPERE el reino de ti y lo entregaré a tu siervo. Empero no lo haré en tus días por amor a David tu padre: romperelo de la mano de tu hijo. Sin embargo no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo por amor de David mi siervo y por amor de Jerusalem que yo he elegido...”.
El pueblo de Israel colmó la copa de la indignación del SUPREMO y la sentencia se dejó sentir, SERIA DIVIDIDO EL REINO EN DOS, la unidad que durante algunas centurias había existido entre las doce tribus terminaría.
Fue el profeta Ahías el elegido por Dios para anunciar esta división, así leemos en el capítulo 11:29-33 “...Aconteció pues en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalem, topole en el camino el profeta Ahías Silonita y él estaba cubierto con una capa nueva y estaban ellos dos solos en el campo. Y trabando Ahias de la capa nueva que tenía sobre sí, rompiola en doce pedazos, y dijo a Jeroboam: Toma para ti los diez pedazos porque así dijo Jehová Dios de Israel: he aquí que yo rompo el reino de la mano de Salomón y a ti daré diez tribus. Y él tendrá una tribu por amor de David mi siervo y por amor de Jerusalem, cuidad que yo he elegido de todas las tribus de Israel. Por cuanto me han dejado y han adorado a Astharoth dios de Moab, y a Moloch dios de los hijos de Ammón y no han andado en mis caminos para hacer lo recto delante de mis ojos y mis estatutos y mis derechos como hizo David su padre...”.
A partir de esa profecía de Ahías la salud de la virgen de Sión fue totalmente quebrantada, en el año 722 las tropas de los Asirios invadieron Israel y le llevaron cautivo a Asiria, y en el año 606 o sea 116 años después de la tribu de Judá fue deportada a Babilonia, así fue como ERETZ ISRAEL, la tierra de Israel cayó en mano de los gentiles a causa de la infidelidad de los hebreos. Las inmundicias de los gentiles contaminaron la tierra de Dios y la virgen de Sión fue contaminada en los campos de los gentiles. Dios dejó escritas las razones para que nosotros comprendiéramos el motivo exacto del destierro de la simiente de Abraham a los campos incircuncisos; estas razones están claramente anotadas en el segundo libro de Reyes 17:9-23.
Sabemos por el mismo profeta Jeremías que Judá regresó de su cautividad después de 70 años, así dice en el capítulo 29:10-11 “...Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplieren los setenta años, yo os visitaré y despertaré sobre vosotros mi buena palabra para tornaros a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis...”.
Efectivamente conforme a esta profecía Judá regresó a la Palestina en el año 536, exactamente al cumplirse los 70 años regresó una gran parte de judíos encabezados por ZOROBABEL como lo leemos en Esdras 1:2-3 “...Así ha dicho Ciro rey de Persia, Jehová Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalem que está en Judá, ¿Quién hay entre vosotros de todo su pueblo?. Sea Dios con él y suba a Jerusalem que está en Judá y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios) la cual está en Jerusalem...”. Y más tarde según la profecía de las setenta semanas escritas en el capítulo 9 de Daniel, por el año 457 regresó el resto de los judíos encabezados por Nehemías, según el libro de Nehemías 1.
Y efectivamente a su regreso restauraron las ruinas del templo y de la ciudad de Jerusalem, pero a pesar de toda esa brillante oportunidad, los judíos no pudieron restaurar su vida espiritual, ciertamente restauraron las ruinas de los muros pero no las ruinas de su alma. Por otra parte, las otras 10 tribus de Israel ya no regresaron a la Palestina, de tal manera que durante centurias estuvieron en los campos incircuncisos.
Pero Judá que sí regreso a la Palestina y volvió a reedificar el santuario ya no vivió los mismos tiempos de gloria como cuando eran los dos un solo reino, mas bien sufrió el duro látigo de los griegos y romanos que los atropellaron con salvajismo. La suerte de los de Judá fue caer en manos de los incircuncisos, yugo que no pudieron quitarse, de tal manera que cuando el Señor Jesucristo vino a la tierra aun encontró a la virgen de Sión bajo el dominio del gran imperio romano.
El Señor todavía encontró a los judíos en su tierra, pero estando en su tierra pagaban tributo a César, no eran dueños de sus actos, estaban sujetos a las órdenes de los gentiles, pero a pesar de estar presentes el mismo Verbo, ni aun así enderezaron sus pasos, por eso el Señor llegó a exclamar en Mateo 23:37 “...Jerusalen, Jerusalen, que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados a ti, cuantas veces quise juntar tus hijos, como la gallina junta sus pollos debajo de las alas y no quisiste...”.
El mismo Señor se lamentó que la virgen de Sión rechazaba aun la misma presencia del Hijo de Dios, ni siquiera las palabras dulces del Maestro lograron cautivar los corazones, ellos seguían con el corazón empedernido, por lo tanto habiendo sido esta la última oportunidad, la sentencia caería con todo su peso, y fue ahora ya no el profeta Ahías el que pronunció esta sentencia, fue el mismo profeta de profetas el que delante de Jerusalem dictó la sentencia, Lucas 19:41-44 “...Y como llegó cerca, viendo la ciudad lloró sobre ella, diciendo: oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día lo que toca a tu paz, más ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti que tus enemigos te cercarán con baluarte, y te pondrán cerco y de todas partes te pondrán en estrecho, y te derribarán a tierra y a tus hijos dentro de ti y no dejarán piedra sobre piedra por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación...”.
La hora es llegada de que se cumpliera la sentencia de Levítico 26:33 “...Y a vosotros os esparciré por las gentes y desenvainaré espada en pos de vosotros y vuestra tierra estará asolada y yermas vuestras ciudades...”. La cautividad a Babilonia fue parcial para Judá pero ahora sería total, serían esparcidos los judíos por toda la tierra, el momento de esparcir los huesos había llegado, el Verbo bajó del cielo para dictar esta sentencia ante todo el pueblo.
En el evangelio según Lucas 21:24 encontramos con más claridad esta sentencia, dice así el pasaje “...Y caerán a filo de espada, serán llevados cautivos a todas las naciones y Jerusalem será hollada de las gentes hasta que los tiempos de las gentes sean cumplidos...”. La sentencia de levítico no estaba equivocada, fue confirmada por el mismo hijo de Dios, serán llevados cautivos a todas las naciones...”. Esta profecía se cumplió en dos fechas, la primera el 10 de agosto del año 70 después de Cristo, cuando los ejércitos romanos capitaneados por el general Tito, hijo del emperador Vespasiano después de un empeñado sitio, logró apoderarse de Jerusalem haciendo una espantosa matanza.
La segunda fecha fue el año 167 de nuestra era el Emperador Adriano que odiaba a los judíos, volvió a sitiar a Jerusalem y la tomó, desterrando a los judíos que tuvieron por fuerza que dispersarse, pues algunos ya habían vuelto nuevamente a su tierra, pero el Señor había profetizado por medio su mismo Hijo que serían llevados cautivos a todas las naciones, de manera que aunque muchos de ellos quisieron regresar, el mismo Dios permitió que subiera al poder de Roma, Adriano, quién odiaba a muerte a los judíos y este cuando los sitió no permitió que permanecieran en Jerusalem obligándolos por la fuerza a abandonar su patria, a ningún judío se le permitía residencia en su país. Y para escarnecerlos aún más, este emperador Adriano hizo erigir un templo de Júpiter en el monte Calvario, colocando a la entrada de Belén una estatua de Adonis y sobre las puertas de Jerusalem figuras de cerdos labrados en mármol, (véase historia de la civilización, página 142).
Esto fue precisamente lo que vio Ezequiel en su visión de los huesos Ezequiel 37:1-2 “...Y la mano de Jehová fue sobre mí y sacome en espíritu de Jehová y púsome en medio de un campo que estaba lleno de huesos. E hízome pasar cerca de ellos por todo alrededor y he aquí que eran muy mucho sobre la haz del campo y por cierto secos en gran manera...”. El campo según Mateo 13:38 es el mundo y el profeta contemplaba a los huesos en el campo, quiere decir que estaban en el mundo, así como lo había profetizado el Maestro.
Ahora estamos en el año 1969, han transcurrido 1802 años del cumplimiento de las palabras del Hijo de Dios, ¿qué ha pasado en ese tiempo? ¿Han permanecido así como huesos secos los hebreos? ; si así fuera sería contradecir la profecía del Divino, porque él dijo en Ezequiel 37:5 “...Así ha dicho el Señor Jehová a estos huesos: He aquí yo hago entrar espíritu en vosotros y viviréis...”. La promesa del Señor a favor de Israel es que vivirían, ¿han vivido realmente?, podemos decir que aún ¿sigue siendo los mismos huesos secos?.
Ahora necesitamos entender si a causa de esta profecía están perdidos los judíos, si ya no tienen más parte en la misericordia del Altísimo. Como hemos dicho en el inicio de nuestro estudio algunas exégesis explican que los hebreos no tienen más parte en las bendiciones de Dios y algunas exposiciones por ciertas teologías aseguran que el surgimiento notable de los hebreos es por la asistencia de Satanás. Es precisamente por esto que nos vemos en la necesidad de presentar este tema en virtud que estando el pueblo israelita diseminado en todo el mundo, todos saben de él, en todas las esferas se menciona a Israel y no es posible que nosotros los que leemos la Sagrada Escritura lo pasemos desapercibido o creyendo que su prosperidad actual es influencia satánica.
RESUMAMOS RESPECTO A LA RESTAURACION ISRAELITA
Iniciamos nuestra consideración con una pregunta: ¿es de Dios o es de Satanás la restauración del reino israelita?. Dejemos que sea el mismo profeta Ezequiel el que tuvo la visión de los huesos el que nos conteste al respecto, para ello leeremos los versículos 11 y 12 “...Díjome luego: Hijo del hombre, todos estos huesos son la casa de Israel, he aquí ellos dice nuestros huesos se secaron y pereció nuestra esperanza y somos del todo talados. Por tanto profetiza y diles: así ha dicho el Señor Jehová: He aquí, yo abro vuestros sepulcros pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepultruas y os traeré a la tierra de Israel”. El lenguaje que usó el profeta Ezequiel repitiendo las mismas palabras del gran Dios es clarísimo, y no tiene nada de dificultoso para interpretar quién es el originario de la restauración de Israel.
¡MIO ERES TU! |
Claramente dice el versículo 12 “...Yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío y os traeré a la tierra de Israel...”. Mayor evidencia no puede darse, el mismo Dios dice que Él es el que sacaría a su pueblo de los sepulcros a donde fueron arrojados y esos sepulcros representan las mismas naciones a donde fueron arrojados a causa de su rebeldía, así lo confirma el versículo 21 del mismo capítulo 37 de Ezequiel “...Y les dirás: así ha dicho el Señor Jehová: He aquí yo tomo a los hijos de Israel de entre las gentes a los cuales fueron y los juntaré de todas partes y los traeré a su tierra. Este versículo confirma que los sepulcros en donde estaban los huesos secos eran las naciones gentiles, en donde estuvieron sepultados durante muchos años, pero el Señor prometió que de allí los sacaría, que abriría esos sepulcros para darles vida nuevamente y regresarlos a ERETZ ISRAEL a la tierra de Israel.
Queda contestada la pregunta que hacíamos, es de Dios o es de Satanás la restauración del reino israelita, ya entendimos que es obra del Altísimo Dios, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Ahora cabría otra segunda pregunta, ¿y porqué razón siendo un pueblo tan duro de cerviz el Señor verá por él?. La respuesta a esta pregunta la encontramos en el mismo libro de profeta Ezequiel, el cual fue muy inspirado para instruirnos al respecto, dice así el capítulo 36:17-24 ”Hijo del hombre, morando en su tierra la casa de Israel la contaminaron con sus caminos, con sus obras de inmundicia, de menstruosa fue su camino delante de mí, y derramé mi ira sobre ellos por la sangre que derramaron sobre la tierra, porque con sus ídolos la contaminaron y esparcilos por las gentes y fueron aventados por las tierras, conforme a sus caminos y conforme a sus obras los juzgué. Y entrados a las gentes a donde fueron profanaron mi santo nombre diciéndose de ellos, estos son pueblo de Jehová y de su tierra de él han salido. Y he tenido lástima en atención a mi santo nombre el cual profanó la casa de Israel entre las gentes a donde fueron. Por tanto di a la casa de Israel: Así ha dicho el Señor Jehová: no lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las gentes a donde habeis llegado. Y santificaré mi grande nombre profanado entre las gentes, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las gentes que Yo soy Jehová, dice el Señor Jehová cuando fuere santificado en vosotros delante de sus ojos. Y yo os tomaré de las gentes y os juntaré de todas las tierras y os traerá vuestro país...”.
Esta otra respuesta que nos da el profeta Ezequiel también es clarísima, y no deja lugar a duda en lo mínimo, el motivo porque el Señor se manifestaría a favor de Israel es para santificar su Santo Nombre el cual fue depositado en el pueblo de Israel, pues todas las naciones sabemos que la religión de los hebreos ha sido siempre una religión monoteísta, y aun la religión mahometana y la cristiana bebió de la enseñanza hebrea y por esa razón también ellas son monoteístas. El Señor los escogió para que ellos dieran testimonio de la existencia del verdadero Dios el nombre del Altísimo fue pronunciado entre los grandes pontífices hebreos, no es posible por lo tanto que ese pueblo que ha dado testimonio del Nombre Santo sea ahora condenado. El Señor tiene que ver por su nombre porque Él cela por su santo nombre y como este nombre lo han llevado los hebreos es necesario que el Divino vea el bien y a favor de ese pueblo que durante muchos años le sirvió para dar testimonio de su existencia; y aun nosotros disfrutamos del aporte de ese pueblo a favor de la humanidad, pues leemos la Sagrada Escritura escrita por hebreos.
No hay entonces ninguna contradicción al pensar porqué razón el Señor verá por un pueblo que ha sido rebelde, el motivo es muy justificado para el mismo Dios, por lo tanto Él lo hará, lo ha hecho y lo sigue haciendo. Además las promesas dadas a Abraham aun vibran delante del trono divino, y por ser ellos simiente del AMIGO DE DIOS, alcanzan aun la bendición de regresar a su tierra, volver a su patria, formar una nación, y así esperar a su Mesías el cual no tarda en aparecer en el cielo para dar la recompensa a cada uno según fuere su obra.
Ahora consideraremos parte por parte del capítulo 37 de Ezequiel, veamos del versículo 4 al 6: “...Díjome entonces: Profetiza sobre estos huesos y diles: huesos secos, oid palabra de Jehová. Así ha dicho el Señor Jehová a estos huesos: he aquí yo hago entrar espíritu en vosotros y viviréis. Y pondré nervios sobre vosotros y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel y pondré en vosotros espíritu y viviréis y sabréis que yo soy Jehová”, ahora agrega el versículo 7 “Profeticé pues como me fue mandado y hubo un ruido mientras yo profetizaba y he aquí un temblor y los huesos se llegaron cada hueso a su hueso...”.
¿Cuándo sucedió este temblor? Este temblor no es ningún movimiento sísmico, este temblor simboliza la sacudida de ideales y de esperanzas que aun estaban depositadas en el corazón de los hebreos. Este movimiento no de tierra, sino de almas, principió en el siglo 19, pues en este siglo en todas partes del mundo los judíos sintieron un mismo deseo de organizarse para tornar a la Palestina, la tierra de los padres, este fue el temblor que vio el profeta en todo el campo, es decir, en todo el mundo. En el año 1878 los judíos palestinos iniciaron un movimiento para establecer la primera colonia agrícola moderna del país. A este movimiento llamado AMOR A SION, estos formaron la palabra Aliá, que significa literalmente Ascenso, subrayemos este término que es tan importante para comprender este temblor los huesos secos se unieron unos con otros, principió el ascenso y como inspirados pusieron este nombre ALIA.
Había llegado el momento en que los huesos secos de los hebreos no deberían estar en el suelo, separados, era tiempo en que tendrían que levantarse para unirse uno con otro y formar así el esqueleto óseo del futuro ESTADO DE ISRAEL. Este temblor fue efectivísimo, pues ya para el año 1882 existían en Palestina 20 colonias agrícolas. Estos movimientos inspiraron a los judíos de la diáspora, es decir de la dispersión, los cuales inspirados en el amor tradicional a Sión, empujados por la persecución y discriminación, crearon un movimiento moderno de liberación nacional llamado SIONISMO. Uno de los huesos de la columna vertebral fue Teodoro Herzl, quien fundó el PRIMER CONGRESO SIONISTA en el año 1897; este se constituyó en un movimiento sionista mundial que se propuso CREAR EN PALESTINA UN HOGAR PARA EL PUEBLO JUDIO GARANTIZADO POR EL DERECHO PUBLICO.
Para ese entonces miles de judíos llegaron al país con el objeto de cultivar su suelo, construir ciudades y crear industrias. Así fue como miles de huesos secos se allegaron uno con el otro para constituir el esqueleto, la base de lo que más tarde sería el cuerpo de la HIJA DE SION. Podemos decir que el esqueleto quedó unido cuando fundaron la primer ciudad judía TEL AVIV y la primera colonia colectiva DEGANIA; corría en ese entonces el año de 1909 y ya para el año de 1914 cuando estalló la primera guerra mundial, la comunidad judía de Palestina consciente de formar una entidad nacional y radicada en unos 50 centro de población contaba con 85,000 almas.
Así se cumplía fielmente lo escrito en Jeremías 23:3,7-8 “...Y yo recogeré el resto de mis ovejas de todas las tierras a donde las eché y hareles volver a sus moradas y crecerán y se multiplicarán. Por tanto he aquí que vienen días dice Jehová y no dirán más: vive Jehová que hizo subir los hijos de Israel de la tierra de Egipto; sino: vive Jehová que hizo subir y trajo la simiente de la casa de Israel de tierra del aquilón y de todas las tierras adonde los había yo echado y habitarán en su tierra...”.
Podemos decir entonces que para el año 1914 el cuerpo óseo estaba formado, las partes esenciales estaban puestas en el movimiento de la restauración, pero desde luego no era todo, hacía falta aún más, era necesario que ese cuerpo óseo fuera cubierto de nervios, carne, piel; y efectivamente así fue, los hebreos estaban siendo movidos por una fuerza interna, por una fuerza maravillosa, no estaban dispuestos a que la virgen de Sión fuera un simple esqueleto, ahora querían vestirla de carne, darle nervios, prodigiarle una brillante personalidad como hace milenios.
Desde luego que 85,000 no eran todos los judíos, hacían falta aun miles y hasta millones, pero era imposible que todos los millones al mismo tiempo se agolparan en la Palestina, era necesario que poco a poco fueran introduciéndose como lo estipulaba la profecía, primero los huesos, más tarde los nervios, y luego la carne.
La primera guerra mundial vino a constituirse en señal de que el tiempo de los gentiles sobre Jerusalem había terminado, porque mientras los gentiles peleaban uno con otro, Israel por otra parte parecía revivir, mientras el cuerpo del gentil se sangraba, el cuerpo del judío se aliviaba y se recuperaba. Tal parece que en 1914, la mano del Señor se levantó sobre los gentiles para decirles basta, así leemos en Isaías 49:22 “...Así dijo el Señor Jehová: He aquí, yo alzaré mi mano a las gentes y al pueblo levantaré mi bandera y traerán en brazos tus hijos y tus hijas serán traídas en hombros...”.
La hora de cubrir ese cuerpo con nervios había llegado, hacia fines de la primera guerra mundial el gobierno británico emitió, después de cuidadoso estudio y prolongadas negociaciones con los dirigentes sionistas, la declaración BALFOUR, en la que se comprometía a prestar apoyo al establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío en Palestina. Una vez finalizada la primera guerra mundial, la Liga de las Naciones confió a la Gran Bretaña el mandato sobre Palestina. De tal suerte fue aprobada por la comunidad internacional la declaración BALFOUR que reconocía el nexo histórico entre el pueblo judío y Palestina y los fundamentos para la construcción de su hogar nacional en dicho país, encomendado a la potencia mandataria crear en el país condiciones políticas, administrativas y económicas, propicias para el establecimiento del hogar nacional judío e instándola a facilitar la inmigración judía y a fomentar la colonización del país.
Fue así como los nervios tan sensitivos como los motores, empezaron a cubrir aquel cuerpo, Israel cada día adquiría más figura, más personalidad, las naciones gentiles ahora en lugar de buscar la ruina de Israel, unidas estaban por el acuerdo en la restauración del pueblo hebreo. Solamente la Liga de naciones árabes estaba en oposición, pero esto no indica que no se estuviera cumpliendo la restauración del reino israelita, más bien se repetía la historia del tiempo de Nehemías, cuando Sanballat al ver que los judíos restauraban la ciudad, hizo burla de ellos diciendo así: ¿”Qué hacen estos débiles judíos, hanles de permitir, han de sacrificar, han de acabar en un día, han de resucitar de los montones de polvo las piedras que fueron quemadas?. Esa fue la burla del impío Sanballat, pero esa burla fue inútil, a pesar de sus impías amenazas siempre Israel restauró en ese tiempo la ciudad, así como en este tiempo a pesar de las amenazas de los árabes, siempre se ha vestido de nervios y de carne porque la Palabra de Dios no puede ser quebrantada.
Es lógico comprender que la restauración de Israel tendría que llevarse a cabo en medio de luchas, esto mismo serviría para que el ánimo de los hebreos se encendiera aun más en un amor inmensurable a su querida tierra. Vestir el cuerpo de nervios sería una cosa más difícil y efectivamente así sucedió, los israelitas encontraron abierta oposición de parte de los ingleses a causa de la violencia árabe, sucedió exactamente lo que aconteció en tiempo de Esdras, como leemos en Esdras 4:7 en adelante: “...Y en días de Artajerjes, Bislam, Mitrídates, Tabael y los demás sus compañeros, escribieron a Artajerjes rey de Persia y la escritura de la carta estaba hecha en siriaco y declarada en siriaco. Este es el traslado de la carta que enviaron: Al rey Artajerjes. Tus siervos de la otra parte del río, etc... Sea notorio al rey, que los judíos que subieron de ti a nosotros, vinieron a Jerusalem y edifican la ciudad rebelde y mala y han erigido los muros y compuestos los fundamentos. Ahora, notorio sea al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada y los muros fueren establecidos el tributo, pecho y rentas no darán y el catastro de los reyes será menoscabado...”. Esta fue la carta que enviaron los enemigos de los judíos al rey de Persia para que se suspendiera la obra de restauración y efectivamente en ese tiempo tuvo resultado, pues el rey de Persia convencido por las malas insinuaciones de los enemigos decretó que se suspendiera la obra, así leemos en el versículo 21 “...Ahora, pues dad orden que cesen aquellos hombres, y no sea esa ciudad edificada, hasta que por mí sea dado mandamiento...”, y agrega el versículo 24 “...Cesó entonces la obra de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalem y cesó hasta el año segundo del reinado de Darío rey de Persia...”.
Esto mismo aconteció en el año de 1939 cuando el gobierno británico cediendo a la violencia árabe emitió el LIBRO BLANCO que imponía restricciones a la inmigración de los judíos, a la adquisición de tierras y la colonización por parte de los mismos. Tal parece que la historia se repetía para Israel, cubrir de nervios a la virgen de Sión requería mayor todo el potencial israelita de todo el mundo, se necesitaba que todos los judíos ahora pusieran no solo un vago interés, sino un verdadero amor por la Palestina para no dejar a la delicada virgen de Sión como un simple esqueleto. La promesa del Señor resonaba en los oídos de los judíos, la promesa escrita en Jeremías 31:3-4 “...Jehová se manifestó a mí ya por mucho tiempo ha diciendo: Con amor eterno te he amado, por tanto te soportaré con misericordia. Aun te edificaré y serás edificada oh virgen de Israel, todavía serás adornada con tus panderos y saldrás en coro de danzantes...”.
Cuando estalló la segunda guerra mundial, los judíos sintieron una necesidad más imperiosa del hogar nacional, celebraron una conferencia en Estados Unidos el año 1941 formulando una demanda de establecer en Palestina “UN ESTADO JUDIO INCORPORADO A LA ESTRUCTURA DEL MUNDO DEMOCRATICO”, después de luchas y sacrificios, el gobierno británico declaró impracticable el mandato y confió el caso a las NACIONES UNIDAS. Ya para el 29 de noviembre de 1947, el cielo gris se despejó delante de los judíos cuando un comité especial de las naciones unidas, integrado por renombrados estadistas y juristas de once países, recomendó la participación de Palestina en un Estado judío y otro árabe, vinculados por una unión económica, así como la internalización de Jerusalem. La asamblea general aprobó la propuesta por una mayoría de más de dos tercios de votos.
Después de esta propuesta la luz de la restauración empezó a resplandecer delante de los judíos, ciertos nubarrones árabes se atravesaban, pero eran disipados por la confianza que los hebreos pusieron en su Dios, en esos momentos críticos eran cuando las promesas de Dios se hacían más resonantes para los hebreos, como la que está escrita en Jeremías 30:10-11 “...Tu pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices Israel, porque he aquí que yo soy el que te salvó de lejos y a tu simiente de la tierra de su cautividad, y Jacob tornará, y descansará y sosegará y no habrá quién lo espante. Porque yo soy contigo, dice Jehová, para salvarte...”.
Debemos entender que no fue propiamente la fortaleza del pueblo israelita, fue la mano del Todopoderoso la que sostuvo a los hebreos para que estos pudieran llenar ese esqueleto de nervios, colocándole el corazón, los pulmones, todos los órganos para constituirlo así en un cuerpo vivo con personalidad delante de las gentes. Esa obra fue concluida cuando el 14 de mayo de 1948 fue proclamado el estado de Israel. La resolución de la Asamblea de las Naciones Unidas determinó por la soberana voluntad de Dios que Israel dejaba de ser simple raza vagabunda y ahora se convertía en el nuevo estado israelita, en la joven nación profetizada por el gran Jehová de los Ejércitos en el capítulo 37 de Ezequiel 21-22 “...Y les dirás: Así ha dicho el Señor Jehová: He aquí yo tomo a los hijos de Israel de entre las gentes a las cuales fueron y los juntaré de todas partes y los traeré a su tierra. Y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel y un rey será a todos ellos por rey y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos...”.
La proclamación del Estado de Israel fue hecha con toda la solemnidad del caso, con la emoción palpitante en millares de judíos que lloraron en todo el mundo, elevando al Eterno su gratitud sincera por volverlos a la vieja tierra que fluye leche y miel, la tierra que los padres dejaron y que ahora la conquistan los hijos por la mano salvadora del Gran Dios de Abraham.
Una vez que el cuerpo se organizó con sus huesos, sus nervios, estaba dispuesto a recibir toda la carne judía, cosa que sucedió efectivamente al pie de la letra, pues en los ocho meses que siguieron a la declaración de la independencia, 341,000 judíos desembarcaron en Israel, palpablemente se veía el cumplimiento, la carne cubriendo el cuerpo de la hija de Sión.
Debe saberse que este desembarque de miles de carnes judías se hizo mientras rugían las batallas, pues los árabes no se conformaron con la declaración de la formación del estado de Israel; el día siguiente a la declaración, el 15 de mayo de 1948, los ejércitos de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak y los contingentes de Arabia Saudita, cruzaron las fronteras en varios puntos. El objetivo de la invasión fue definido por el secretario general de la Liba Árabe en las siguientes palabras: “Esta será una guerra de exterminio y matanza de tal magnitud, que será recordada a la par que la de los mongoles y los cruzados”.
Estas palabras fueron arrogantes y saturadas de veneno mortal en contra del pueblo que el Señor quería restaurar, imaginémonos por un momento como cuando un cuerpo se rehabilita, y aun débil y en estado de rehabilitación caen sobre él muchos hombres para dañarle, ¿qué puede ser de aquel cuerpo indefenso?. Así sucedió con los israelitas, apenas en su recuperación cayeron sobre de él millares de árabes con propósitos de exterminio como lo declaró el secretario general de la liga árabe, pero lo sorprendente para el mundo entero fue que aquel cuerpo que principiaba a rehabilitarse, antes que enfermarse y debilitarse ante el brutal ataque, siguió cubriéndose de carne como estaba predicho por Ezequiel.
Mientras desembarcaban los nuevos vecinos de la Palestina, Tel Aviv era bombardeada, Jerusalem era bloqueada, y aun así los exilados, se volcaban al país cada día más y más, la carne seguía subiendo, tenía que cubrir el cuerpo aun por encima de todos los contratiempos. Debemos notar que en ese tiempo el gobierno de Israel era totalmente inexperto y recurría a las improvisaciones para enfrentar cada nueva crisis, pero a pesar de todo esto era aquel momento un momento espléndido, no era otra cosa, sino el brazo extendido de Jehová a favor de su pueblo, así estaba predicho en Zacarías 10:5-6 “Y serán como valientes, que en la batalla, pisan al enemigo en el lodo de las calles y pelearán, porque Jehová será con ellos, y los que cabalgan en caballos serán avergonzados. Porque yo fortificaré la casa de Judá y guardaré la casa de José y harelos volver porque de ellos tendré piedad y será como si no los hubiera desechado, porque yo soy Jehová su Dios que los oiré...”.
Durante los primeros tres años después de la declaración mucha carne subió a la Palestina para cubrir el cuerpo de la hija de Sión, por ejemplo: vinieron 60,000 inmigrantes directamente de los campamentos de desplazados en Alemania, 15,000 de los campamentos de Austria. Todos habían sufrido tragedias inimaginables, eran los últimos judíos de Europa, detrás de ellos habían perecido seis millones, estos sobrevivientes habían vivido durante los tres inviernos de la post-guerra sin hogar, comiendo los helados mendrugos de la caridad.
De Turquía se acercaron a Israel, 33,000; Checoslovaquia por otra parte permitió a sus judíos sobrevivientes partir en contingentes anuales de 20,000. De Bulgaria salieron 36,000, de Yugoslavia emigraron 7,000 para la Palestina, de Libia caminaron 30,000. En el mes de mayo de 1949 el imán del Yemen permitió salir a todos sus súbditos judíos, y en ocho meses la “Operación Alfombra Mágica” transportó 45,000 de ellos. Asimismo Túnez y Argelia vieron partir 35,000 judíos en menos de tres años, 1949 el imán de Yemen permitió salir a todos sus súbditos judíos, y en ocho meses la “Operación Alfombra Mágica” transportó 45,000 de ellos. Asimismo Túnez y Argelia vieron partir 35,000 judíos en menos de tres años. Al principio Polonia y Rumania no permitieron salir a sus judíos, pero a fines de 1949 los gobiernos tuvieron un breve camino de actitud y desde Polonia llegaron a ERETZ ISRAEL, 28,000 y de Rumania llegaron 80,000. En Irak una ley se emitió que permitía la inmigración durante un año, una brillante campaña aérea llevó 100,000.
Y así sucedía en todo el mundo para dar cumplimiento fiel a lo escrito en el profeta Ezequiel 37:12 “...Por lo tanto profetiza y diles. Así ha dicho el Señor Jehová: He aquí, yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío y os haré subir de vuestras sepulturas y os traeré a la tierra de Israel. Fue así como las sepulturas, que eran las mismas naciones gentiles que tenían consigo a los miles de judíos emitieron leyes que permitían la emigración, así se abrían esas sepulturas y salían por miles para buscar al cuerpo que tenían que cubrir. Las estadísticas nos dicen que desde el 14 de mayo de 1948 hasta finales de 1961, Israel dio la bienvenida a 994,966 inmigrantes, triplicando casi su población judía. Todo esto fue un milagro del Todopoderoso, Adonai viendo por su pueblo de Israel. A partir de esas fechas, los judíos han visto milagro tras milagro, desde todos los puntos de vista los hebreos pueden decir como dice el Salmo 126:3 “...Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros...”.
Imaginémonos por ejemplo los miles de judíos establecidos ya en la Palestina, los cuales no eran homogéneos, todo lo contrario, judíos de todos los países, de todos los estados de cultura y desarrollo, que hablaban un torrente de lenguas diferentes y traían los hábitos de sus exilios, eran alojados confusamente. Judíos occidentales, judíos orientales con un desarrollo atrasado en siglos, judíos que hasta entonces habitaban cuevas en los Montes Atlas, no es difícil imaginar las asperezas, fricciones y penurias que soportaron todos.
¿Cómo fue posible que todos estos miles se comprendieran y con un mismo espíritu convirtieran los desiertos en vergeles?. En todo esto vemos la Obra Maravillosa de Adonai.
En los primeros años de inmigración en masa, las viviendas eran carpas y casillas de latas todas extendidas en líneas en los campos de la Palestina; el cuadro que hace 3,418 años contempló Balaam se volvió a repetir, cuando aquel profeta desde una colina contempló las tiendas de Israel y dijo: “Cuan hermosas son tus tiendas, oh Jacob, tus habitaciones oh Israel, como arroyos están extendidos, como huertos junto al río, como lináloes plantados por Jehová...” Números 24:5-6.
Así fue como la profecía de la visión de los huesos secos quedó cumplida casi en su totalidad, ahora solo falta la parte de la profecía mencionada en el versículo 26-28 “Y concertaré con ellos pacto de paz, perpetuo pacto será con ellos y los asentaré y los multiplicaré y pondré mi santuario entre ellos para siempre. Y estará en ellos mi tabernáculo y seré a ellos por Dios y ellos me serán por pueblo. Y sabrán las gentes que yo Jehová santifico a Israel estando mi santuario entre ellos para siempre...”.
Este pacto que hará con ellos el Todopoderoso será cuando aparezca el Mesías, cuando se haga sentir, cuando ellos llorarán sus pecados y se arrepentirán de ellos, cuando un día lleguen a comprender que el Mesías profetizado por Isaías 53, hace muchos años murió ya en el Calvario por toda la humanidad.
Actualmente tienen puesto un velo en sus ojos y no pueden aceptar a Cristo todos, aunque muchos están entendiendo, pero en sí toda la nación celebrará pacto cuando venga el que tiene que venir con gloria y potencia. Será entonces cuando recibirán vida y vida en abundancia por medio del Mesías, Cristo el Señor.
Linda la palabra del Señor, espero en el Señor hayamos comprendido su palabra y que su Santo y bello Espiritu Santo ilumine nuestra mente y habrá nuestro corazón a sus enseñanzas.
Que el señor bendiga su palabra en sus corazones amada Iglesia de Dios.
defendiendo la Sana Doctrina.
IGLESIA DE DIOS
COLUMNA Y APOYO DE LA VERDAD.
Formando Lideres con
Valores, Gamaliel Estrada סירובו דל מסיאס
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