EL PENTECOSTES Y EL ESPIRITU SANTO
 
La palabra pentecostés es de origen griego y significa QUINCUGESIMO. Se le llamaba así en griego por el hecho que esta fiesta Levítica se celebraba cincuenta días después de la Pascua. En Hechos 2: 1 dice: y como se cumplieron los días del pentecostés estaban todos unánimes juntos.
Pero este no fue el nombre original de esta fiesta, al principio se llamó “fiesta de la siega” (Éxodo 23: 6), también se llamó “fiesta de las semanas” (Éxodo 34: 22) el tercer nombre con el que se identificaba era” fiesta de las primicias” (Números 28: 26).
La palabra pentecostés es de origen griego y significa QUINCUGESIMO. Se le llamaba así en griego por el hecho que esta fiesta Levítica se celebraba cincuenta días después de la Pascua. En Hechos 2: 1 dice: y como se cumplieron los días del pentecostés estaban todos unánimes juntos.
Pero este no fue el nombre original de esta fiesta, al principio se llamó “fiesta de la siega” (Éxodo 23: 6), también se llamó “fiesta de las semanas” (Éxodo 34: 22) el tercer nombre con el que se identificaba era” fiesta de las primicias” (Números 28: 26).
Esta fiesta no se celebró antes 
de Moisés, sino hasta que el pueblo de Israel entró a la tierra 
prometida. En el libro de Levítico 23: 10 dice: Habla a los hijos de 
Israel, y diles: Cuando hubieres entrado en la tierra que yo os doy y 
segareis su mies, traeréis al sacerdote un omer por primicias de los 
primeros frutos de vuestra siega, esta ley fue dada por Moisés unos 1450
 años antes de Cristo.
El objeto de esta fiesta era para presentar 
su gratitud a Jehová par las cosechas de trigo y cebada en los campos de
 Israel. Esto significa que para celebrar esta fiesta era necesario que 
poseyeran tierras y las sembraran, puede asegurarse que esta fiesta era 
de carácter eminentemente agrícola. Añadido a las ceremonias agrícolas 
estaban los sacrificios, puede leerse números 28: 26- 31.
Esta 
fiesta no podía celebrarse fuera de Jerusalén, porque era el centro de 
la adoración. “Guárdate, que no ofrezcáis tus holocaustos en cualquier 
lugar que vieres; mas en el lugar que Jehová escogiere, en una de las 
tribus, allí ofrecerás tus holocaustos, allí harás todo lo que yo te 
mando (Deut. 12: 13,14) y el salmo 122: 3, agrega: “Jerusalén, que se ha
 edificado como una ciudad que está bien unida entre sí, y allá subieron
 las tribus, las tribus de Jehová, conforme al testimonio dado a Israel,
 para alabar el nombre de Jehová”. 
Durante toda la dispensación 
Levítica esta fiesta formó parte de las tres más importantes (Lev.16: 
16). El Señor Jehová por medio de estas fiestas trató de grabar con 
letras imborrables los beneficios que les había concedido, sacándolos de
 la esclavitud Egipcia. Llevándolos a la tierra que fluye leche y miel, 
Canaán, sustentándolos con su diestra de su poder.
Los Israelitas 
estaban pendientes cada año, en contar los “cincuenta días” a partir de 
la Pascua, en cuyo quincuagésimo día se reunían para ofrecer al Señor el
 presente de las primicias, en levítico 23: 16 leemos: “Hasta el 
siguiente día del sábado séptimo contareis cincuenta días entonces 
ofrecerás nuevo presente a Jehová.
Pero como ya vimos ese presente 
era producto de la siega, era un presente puramente agrícola, nada tenía
 que ver con el Espíritu Santo.
Ese quincuagésimo día era proclamado
 por la ley de Moisés como “Santa convocación”, es decir era un sábado 
ceremonial, en el cual no se hacía ni un trabajo (Lev. 23: 21).
El PENTECOSTES EN LA GRACIA.
Ya en la gracia, siendo que el pueblo de Dios estaría formado por todas
 las naciones que aceptaran el mensaje del Santo Evangelio, esta fiesta 
dejó de estar en vigor, pues los factores indispensables para la 
celebración ya no estaban al alcance de los creyentes. El Santuario fue 
destruido, el sacerdocio Levítico quedó sin vigencia. Estos recursos, el
 templo y el sacerdocio eran indispensables para esta festividad. Por 
los tanto era imposible llevar a cabo este ceremonial. Jesús sabiendo 
esto, aclaró en la proclamación de su evangelio que ahora no se adoraría
 solo en Jerusalén, sino en cualquier parte, y ya no por medio de ritos 
Levíticos, sino en espíritu y en verdad (Juan 4: 21- 24).
El 
primer mensaje glorioso del evangelio predicado por los apóstoles 
después de la resurrección de Jesucristo, fue precisamente cincuenta 
días después que El había celebrado la ultima pascua he instituyó la 
Santa cena.
Jesús después de haber resucitado, estuvo cuarenta días 
más en la tierra y se les apareció a muchos durante ese periodo, después
 de aquellos cuarenta días subió al cielo, pero les dijo a los 
discípulos que no se fueran de Jerusalén hasta que recibieran el poder 
de lo alto (el Espíritu Santo) Hechos ( 1: 1-5).
En aquellos días 
habían llegado a Jerusalén miles de judíos de todas partes del mundo a 
celebrar la fiesta de las cosechas o pentecostés. Dios sabía que en ese 
tiempo se reuniría el pueblo para tal propósito, se valió para “darles 
el primer mensaje del Evangelio” por boca de los apóstoles y también 
envió al “ESPIRTU SANTO” tal como lo había prometido. Y por medio de 
este Espíritu los apóstoles inspirados dieran testimonio que Jesús al 
cual ellos habían matado, y que era el Mesías prometido por los 
profetas, pero que también había resucitado de entre los muertos.
Por lo visto, en aquel entonces todo el mundo Judío reunido en Jerusalén
 aquel día, no más se preocuparon por la fiesta sino por lo que estaba 
sucediendo y lo que estaban oyendo por boca de los apóstoles (Hechos 1: 
38).
“EL ESPÍRITU SANTO”.
Analizaremos tres puntos muy importantes: 1) El Bautismo del Espíritu Santo, 2) El don de lenguas y 3) el don de milagros.
El Bautismo del Espíritu Santo: la promesa del Espíritu Santo está 
escrito en el libro del profeta Joel 2: 28-29. “Y será que después de 
esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizaran vuestros 
hijos y vuestras hijas; vuestros viejos soñarán sueños, y vuestros 
mancebos verán visiones. Y aún también sobre los siervos y sobre las 
siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días”.
El apóstol Pedro 
fue claro al hacer esta aclaración a los Judíos, que lo que estaba 
sucediendo era lo que el profeta Joel había profetizado (Hechos 2: 16). 
Que el Espíritu Santo descendiera sobre los apóstoles y el pueblo Judío 
que de ahora en adelante creerían en el mensaje de los apóstoles (Hechos
 cap.2). Luego después sobre los gentiles que también obedecieran el 
Evangelio de Jesucristo (cap. 10).
El apóstol Pablo al hacer mención
 de esa llenura, lo manifiesta así: “porque por un Espíritu somos todos 
bautizados en un cuerpo ora judíos o griegos. Ora siervos o libres, y 
todos hemos bebido de un mismo Espíritu” (1ª Corintios 12: 13).
Mas 
tarde, vemos la imposición de las manos para participar del Espíritu, 
(Hechos 19: 6. 8: 17) Es decir, que en estos casos ya no descendió como 
en los apóstoles. Sino ellos se encargaban de trasmitirlo por medio de 
la imposición de manos. ¿Por qué? Porque ya se había operado el 
cumplimiento de la profecía, debemos de notar algo, que nunca más volvió
 a descender sobre nadie más como sucedió en los Apóstoles y los 
gentiles de los capítulos 2 y 10 de los Hechos.
Pero más tarde, 
cuando ya habían entrado a la iglesia las primicias (que son 144.000. en
 su totalidad) que fue la iglesia Israelita. Pero los demás cristianos 
gentiles ya no hubo necesidad que recibieran en Espíritu Santo como la 
primitiva Iglesia, sino como Pablo lo explica en Efesios 1: 13. “en el 
cual también desde que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu 
Santo de la promesa.
Algo que debemos hacer notar aquí es que el 
Espíritu Santo lo recibían y lo reciben en la actualidad únicamente los 
que obedecen el Evangelio,( Hechos 5: 32).
Todo aquel que desea 
recibir ese don celestial, tiene como requisito indispensable obedecer 
la palabra de Dios. Pablo explica esta participación en 1 Corintios 12: 
11 Mas todas estas cosas obra uno y el mismo Espíritu, repartiendo 
particularmente a cada uno como quiere. Es decir que en la iglesia hay 
diversidad de dones pero cada uno de ellos es dado por el Espíritu de 
Dios.
EL DON DE LENGUAS.
En libro de los hechos 2: 3 
leemos: Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, 
asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu 
Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les 
daba que hablasen. 
Es innegable que los apóstoles hablaron lenguas,
 pues, el pasaje claramente dice que cada uno de ellos habló según el 
Espíritu les daba que hablasen.
Pero ¿que lenguas hablarían estos 
varones de Dios? ¿ Será que eran lenguas totalmente desconocidas para 
toda la gente que allí estaban y que nadie entendía nada?. La admiración
 embargó a cada uno de los asistentes, pues, se cree que para esa 
festividad anual del pueblo de Israel, se reunían como un millón de 
judíos que venían de distintos países, y de los mismos pueblos de Israel
 (Hechos 2: 5).
Luego en el versículo 8, dice que la admiración era 
porque oían a los apóstoles hablar en el idioma en que habían nacido, 
pues consideraban a los apóstoles faltos de letras.
Pero en el 
versículo 9 tenemos los idiomas que el Espíritu Santo inspiró a los 
apóstoles ha hablar: Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en 
Mesopotamia, en Judea, en capadocia, en Ponto y en Asia, en Frigia, y 
Pánfila, en Egipto, África, más allá de Cirene, Romanos, Cretenses, 
Árabes. Todos estos idiomas fueron los que los discípulos de Jesucristo 
hablaron aquel día y que el Espíritu Santo les dio que hablasen. Y como 
estos varones no habían estudiado ningún otro idioma más que el hebreo, 
fue motivo de admiración que en un momento resultaron hablando estas 
lenguas.
En la actualidad hay muchos cristianos que pretenden hablar
 lenguas, pero algo que tenemos que estar seguros es que el Espíritu de 
Dios, ya no inspira a nadie ha hablar un idioma extranjero en un momento
 como lo hizo con los apóstoles. Pues si alguien quisiera hablar otra 
lengua tendría que estudiar en algún colegio o universidad.
Pablo el
 apóstol sin duda hablaba varios idiomas o lenguas, y por eso Dios lo 
utilizó para que predicara en distintos países, y eso lo vemos en sus 
viajes misioneros. ¿Que pasaría con alguien que dice que habla lenguas y
 le tocara darle un mensaje a una congregación de alemanes o francés o 
ingleses etc. Y él solo habla Español? Pues sencillamente no podría 
hacerlo, porque el don de lenguas fue solo para que el Evangelio se 
regara por todos los continentes del mundo. En este tiempo ya existen 
Biblias escritas en todos los idiomas y hay predicadores en todo el 
mundo, por lo que el don de lenguas ya no es necesario.
En la carta a
 los Corintios 12: 22 leemos: Así que, las lenguas son por señal, no a 
los creyentes, sino a los incrédulos. Cualquiera pues, que pretende 
hablar lenguas, no es más que incrédulo. Sin embargo la profecía es para
 los creyentes. 
EL DON DE MILAGROS.
En el principio de la 
historia de la iglesia se notaba muy claramente la operación de 
milagros. Por lo regular estos se operan sin necesidad de la oración. 
Así lo leemos en el caso del cojo que estaba sentado en la puerta de la 
hermosa: Pedro le dijo: Ni tengo ni plata ni oro; mas lo que tengo te 
doy; en el Nombre de Jesús de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole de 
la mano derecha lo levantó: luego fueron afirmados sus pies y sus 
tobillos (Hechos 3: 1-7).
En otro caso, el mismo Pedro, sin 
palabras, bastaba simplemente la sombra del apóstol para que se operara 
el milagro: “tanto que estaban los enfermos por las calles, y ponían las
 camas en lechos, para que viendo Pedro, a lo menos su sombra tocase a 
algunos de ellos (Hechos 5: 15).
Este es el verdadero poder de Dios,
 cuando opera por medio de su Espíritu en manifestaciones que no puede 
ser explicado por la ciencia, pues se entiende por milagros “un hecho 
Sobre Natural, Jesucristo lo había dicho a sus discípulos: Las obras que
 yo hago, él también las hará; y aún mayores hará.
Este poder 
de Dios obró en Pablo el apóstol, pues bastaba su sudario para que aun 
los espíritus de demonios salieran de las personas, así leemos en Hechos
 19: 11,12, hacía Dios singulares y maravillas por mano del apóstol: de 
tal manera que aun se llevaban sobre los enfermos los sudarios y los 
pañuelos de su cuerpo, y las enfermedades y los malos espíritus se iban 
de ellos… era tanta la virtud que salían de los apóstoles que aun sus 
vestidos estaban llenos del poder divino. Notemos que en ningún caso de 
los que hemos visto oraron para hacer la operación de milagros. No cabe 
duda que en su soledad, pedían el poder de su Santo Espíritu para poder 
obrar en los momentos que el pueblo necesitaba de la misericordia de 
Dios. Ni tampoco se jactaban de este poder, y en ningún momento esto les
 sirvió para hacer dinero ni pedir ofrendas especiales, estaban 
convencidos que había que dar de gracia lo que de gracia habían 
recibido.
Hay muchos casos que citar como operaciones de milagros, 
los cuales fueron necesarios en el principio de la predicación del 
Evangelio, para que el mundo viera el poder de Dios y su bondad para los
 necesitados, y por su puesto Dios era glorificado en estos milagros y 
los apóstoles eran respaldados por el poder de Dios.
Pero a medida 
que el tiempo transcurrió, el don de milagros fue menguando, por varias 
razones: primero, la fe de los cristianos fue menguando y el pecado fue 
ingresando a la iglesia y como está escrito: Dios no oye al pecador. 
Segundo, si el don de sanidades o milagros existiera en este tiempo con 
la misma fuerza que en el principio, la gente no buscaría su salvación 
por fe sino por interés físico únicamente, y tercero, que los milagros 
era especialmente para el pueblo de Israel, pues ellos solo viendo 
señales pueden creer, en 1 corintios 1: 22. Dice: porque los judíos 
piden señales y los griegos buscan sabiduría. 
En 2 Timoteo 4: 20 
leemos: Erasto se quedó en Corinto y Tròfimo deje ENFERMO en Mileto. Si 
habían sido sanados varios enfermos por mano de Pablo, ahora se ve en la
 necesidad de dejar a su compañero enfermo. Y al mismo Timoteo le 
recomendó que por causa de sus continuas enfermedades ya no tomara agua,
 sino un poco de vino por su dolor de estomago (1 Timoteo 5: 23). ¿Por 
qué el apóstol no sanó a Timoteo sino le recetó vino para sus 
enfermedades?
El mismo Pablo tenia en su carne un aguijón de 
Satanás, una enfermedad que lo afligía, y en su angustia clamaba a Dios 
por su salud, pero el Señor lo no lo sanó sino le dijo que se conformara
 con su gracia (2 Cor. 12: 8, 9). Pablo lejos de molestarse con su Dios,
 más bien se goza.
El cristiano no está libre de la enfermedad 
puesto que así es su naturaleza, tanto enferma el que es hijo de Dios, 
como el impío y pecador o incrédulo, así está escrito en el libro de 
Eclesiastés 9: 2: todo acontece de la misma manera a todos, como al 
justo también al impío. 
Podemos citar muchos casos más, muchos 
hermanos de la iglesia se encontraban enfermos y murieron por causa de 
la enfermedad, esto no significa que Dios los tuviera en el olvido, sino
 es necesario que el hombre de Dios enferme y muera. Lo importante es 
que muera en Cristo Jesús, para el día de resurrección.
Querido 
lector, si Ud. Es cristiano y está enfermo no debe ser motivo de perder 
la fe en Cristo, mas bien hagamos nuestros el consejo del apóstol Pablo:
 ¿quien nos apartará del amor de Cristo? Y ¿quien enferma y yo no? (2 
Cor. 11: 29) 
Esperamos que este estudio sirva para que nuestra fe 
en Cristo Jesús aumente, y que el conocimiento de sus Palabra nos sirva 
de luz en este mundo de tinieblas.
Que la gracia de Dios Padre y el amor de Jesucristo sean en todos, Amen. 
Defendiendo la Sana Doctrina
Iglesia de Dios.
Columna y Apoyo de la verdad
Formando Lideres con valores, Gamaliel Estrada
No hay comentarios:
Publicar un comentario